miércoles, 25 de julio de 2012

529.- CARTA ABIERTA DE JAVIER ESPARZA AL MINISTRO ALBERTO RUIZ GALLARDÓN




CARTA ABIERTA DEL NEUROCIRUJANO 
JAVIER ESPARZA,  AL MINISTRO 
ALBERTO RUIZ GALLARDÓN




Nadie tiene derecho a obligar al sufrimiento
El neurocirujano infantil Javier Esparza, uno de los directores médicos de su especialidad más reconocidos de España, alerta sobre las terribles consecuencias humanas de prohibir el aborto en casos de malformación grave del feto. Esparza expone desde su experiencia los sufrimientos que padecen los niños afectados por malformaciones congénitas del sistema nervioso, como la hidrocefalia congénita o la espina bífida abierta.



He sido neurocirujano durante 40 años en diversos hospitales públicos españoles, hasta hace dos años, cuando me jubilé. En 1982, creé el Servicio de Neurocirugía Infantil del Hospital Infantil 12 de Octubre de Madrid, del que he sido jefe hasta hace dos años, además de haber desempeñado otros puestos de responsabilidad: director del Hospital del Niño Jesús en Madrid, director médico del Hospital 12 de Octubre, secretario de la Sociedad Española de Neurocirugía, secretario de la Comisión Nacional de Neurocirugía y profesor asociado de la Universidad Complutense.

Durante estos últimos 28 años de mi vida profesional, dedicados exclusivamente a la neurocirugía infantil, he tenido que tratar a muchos cientos de niños que padecían malformaciones congénitas del sistema nervioso, como la hidrocefalia congénita o espina bífida abierta. Desgraciadamente, he sido testigo y he tenido que enfrentarme al tremendo sufrimiento que causan estas anomalías a las familias, pero sobre todo a los propios niños.

Quiero suponer, pues no puedo entenderlo de otra manera, que la intención del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, es producto del desconocimiento de esta realidad y de estas enfermedades. Una de ellas, la espina bífida abierta (o mielomeningocele), consiste en la ausencia completa del necesario cierre de la médula espinal en el feto. Por esta razón, el tejido nervioso normal de la médula no se desarrollará. En este proceso también participan las ausencias de cierre de la columna vertebral, grupos musculares e incluso de la piel en las áreas en las que la malformación se localiza, generalmente la región lumbar, pero también la dorsal. Así, un niño que nazca con esta patología puede sufrir toda su vida de los siguientes problemas.

» Parálisis de ambas piernas. En los casos más graves, que desgraciadamente podrían ser la mayoría si la ley se modificase, el grado de parálisis será completo.

» Atrofia en estos casos de los músculos de los dos miembros inferiores con grandes deformaciones en los pies, piernas y también en la espalda, con desviaciones muy graves de la columna vertebral.

» Incontinencia completa de orina y de heces.

» Impotencia sexual completa.

» Hidrocefalia: crecimiento exagerado de la cabeza en el 90% de los niños.

» Malformación de Chiari II: malformación en el cerebelo.

» Siringomielia frecuente: desarrollo de cavidades anormales en el resto del interior de la médula espinal, que pueden causar parálisis de ambos brazos.

» Deficiencia mental en el 55% de los niños aproximadamente. Eso si las medidas aplicadas han sido las correctas durante toda la vida.

El tratamiento de estas patologías es muy complejo, y se requieren unidades multidisciplinarias altamente especializadas. Precisarán numerosas operaciones realizadas por muy variados especialistas y en diferentes etapas de la vida: neurocirujanos, traumatólogos, urólogos, cirujanos pediátricos, cirujanos plásticos, etc. Además de necesitar rehabilitación permanente, vigilancia pediátrica y antibioterapia muy frecuente, añadiéndose además todo tipo de aparatos ortopédicos, sondajes vesicales permanentemente, sillas de ruedas y un largo etcétera.

"Estas anomalías causan un enorme sufrimiento a los propios niños"
Naturalmente, todas estas intervenciones quirúrgicas, la mayoría de ellas muy complicadas, conllevan un número no despreciable de complicaciones, lo que ensombrece todavía más los problemas.

Finalmente, resumiré el pronóstico vital y la calidad de vida de estos niños. Como resultado de tantas intervenciones, su estancia en los hospitales puede ser muy prolongada, incluso en algunos casos hasta años de hospitalización. Es por lo tanto imposible una escolarización correcta. Pero el colmo es que todos estos esfuerzos sanitarios, sociales, familiares y del propio niño terminarán antes de las dos primeras décadas, pues la mayoría de estos niños habrán fallecido, dado que esta malformación presenta numerosas complicaciones muy tardías y difíciles de solucionar.

Que las malformaciones congénitas del sistema nervioso son las más frecuentes entre todas las malformaciones fetales graves es un hecho ya muy conocido. Por ejemplo, la anencefalia (falta completa de desarrollo de los hemisferios cerebrales) se cifra, según la prestigiosa revista JAMA (año 2000), en seis por cada 1.000 recién nacidos vivos o muertos.

No se tienen datos exactos de la incidencia de la espina bífida abierta en la población española antes de las actuales medidas preventivas y de la implantación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, pero se pueden citar las estadísticas del Reino Unido (entre uno y dos por cada 1.000) o de Irlanda (tres por cada 1.000).

En Argentina, país en el que la interrupción del embarazo solo se permite en casos de violación, pero en el que se realiza como en España la prevención con ácido fólico durante la gestación, la cifra publicada en al año 2000 es de 2,7 por cada 1.000 recién nacidos vivos.

En España se ha practicado durante muchos años un excelente programa de prevención de la espina bífida, y desde la implantación de la ley del aborto, la prevención con ácido fólico durante la gestación y el diagnóstico prenatal de estas lesiones, la prevalencia es solo de ocho casos por cada 10.000 recién nacidos vivos; es decir, uno por cada 1.000 en recién nacidos vivos. En sectores profesionales implicados en estos problemas esto siempre se ha considerado como un gran avance de la sanidad española, en comparación con periodos históricos anteriores, y también con otros países.

Desgraciadamente, si se suprime el supuesto de interrupción del embarazo, mucho me temo que volveremos de nuevo a cifras terribles, dado que se trata de malformaciones frecuentes.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la natalidad española es de 10 nacimientos por cada 1.000 habitantes. Es decir, de 486.000 en el año 2010 y de 468.000 en 2011. Extrapolando datos, podríamos asumir que España se colocaría en una situación similar a la de Argentina, con 2,7 por cada 1.000 casos, o a la de Irlanda —que permite solo el aborto por riesgo para la salud de la mujer—, que con terapia de ácido fólico tiene un porcentaje de tres por cada 1.000 casos en recién nacidos vivos. Así, en el caso español y continuando el tratamiento preventivo con ácido fólico, nos colocaríamos en una cifra aproximada de 1.200 a 1.400 casos de niños con espina bífida al año.

¿Es el Gobierno consciente de ello? ¿Cómo piensa gestionar este problema? ¿Qué se les puede explicar a las familias e incluso a los futuros niños? ¿Que por la decisión de un político que fue ministro de Justicia no han podido valorar otras opciones?

No creo que ninguna sociedad tenga el derecho, y menos pudiendo evitarlo, de cargar a ningún ser humano con sufrimientos más allá de lo imaginable. Por otra parte, siempre he creído que los Gobiernos y las leyes deben estar al servicio de los seres humanos para ayudarlos, p



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Gallardón dice que la malformación del feto no será razón para abortar
El ministro de Justicia afirma en una entrevista en 'La Razón' que se le debe dar "el mismo nivel de protección" que al resto


El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, considera que la malformación del feto no debe ser causa para terminar con un embarazo. En una entrevista publicada hoy en el diario La Razón, Gallardón anticipa que el supuesto de anomalías fetales que marca la actual regulación (de 2010), y que también recogía el sistema anterior (de 1985), será uno de los que se revise en la reforma de la ley del aborto que prepara para Otoño. El ministro de Justicia reitera también que se volverá a un sistema de supuestos, como el que existía antes de la aprobación de la ley de plazos por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, pero con modificaciones.

"La legislación volverá a un sistema de supuestos, que no será exactamente el que estaba vigente con anterioridad a la ley de plazos, porque la experiencia nos demuestra que algunos de esos aspectos deben ser revisados", dice Ruiz-Gallardón. Con la regulación vigente desde 1985 hasta julio de 2010 el aborto solo estaba despenalizado en tres circunstancias: violación (hasta la semana 12 de gestación), malformación grave (hasta la semana 22) y riesgo para la salud física o psíquica de la embarazada (sin plazo).

"No entiendo que se desproteja al concebido, permitiendo el aborto, por el hecho de que tenga algún tipo de minusvalía o de malformación. Me parece éticamente inconcebible que hayamos estado conviviendo tanto tiempo con esa legislación. Y creo que el mismo nivel de protección que se da a un concebido sin ningún tipo de minusvalía o malformación debe darse a aquel del que se constate que carece de algunas de las capacidades que tienen el resto de los concebidos", afirma el titular de Justicia en la entrevista.

"No se puede entrar a legislar procesos médicos tan complejos. Son los profesionales quienes deben analizar cada caso", dice un experto
De eliminarse este supuesto, la reforma que plantea Gallardón sería mucho más restrictiva que la ley de 1985, en la que además dos médicos debían confirmar el diagnóstico de malformaciones fetales. Y muchísimo más dura que la actual Ley de Salud sexual y Reproductiva, que marca que las mujeres pueden abortar sin dar explicaciones hasta la semana 14. Con este sistema de plazos --mayoritario en Europa-- se establece también que se puede interrumpir el embarazo hasta la semana 22 de gestación si hay riesgo para la salud de la mujer o si dos médicos especialistas (y distintos al que practicaría la intervención) acreditan que el feto sufre "graves anomalías". Después, y sin plazo, solo se permite el aborto por anomalías cuando se detecte en el feto "una enfermedad extremadamente grave e incurable en el momento del diagnóstico". Algo que debe confirmar un comité clínico compuesto por varios médicos designados por las autoridades.

La interrupción voluntaria del embarazo por motivo de anomalías fetales graves o incompatibles con la vida es minoritario. Apenas el 2,5% de las más de 100.000 intervenciones que se realizan cada año en España. En 2010, unas 3.500 mujeres alegaron este supuesto, según datos del Ministerio de Sanidad, los últimos disponibles.

Además, ese el único supuesto sin plazo con la actual ley y se estableció así, explica Javier Martínez Salmeán, jefe de Ginecología del Hospital Severo Ochoa de Leganés, para que los médicos tuvieran más elementos para realizar un diagnóstico claro de la anomalía y su evolución; y también porque hay algunas --gravísimas-- que no se detectan hasta después de ese plazo.

Este médico, que fue miembro del comité de expertos que participó en la redacción de las dos normativas (la de 1985 y la de 2010), cree que no se puede legislar situaciones de indicación médica. "El Gobierno está introduciendo la legislación en un proceso que es médico y donde la decisión de la mujer puede ser continuar con el embarazo o no en función de las explicaciones de los profesionales", dice. "Hay alteraciones que se pueden modificar, malformaciones cardíacas y de otro tipo que solo pueden valorar los facultativos en cada caso. No se puede legislar sobre esto. Hacerlo implica planteamientos demagógicos", insiste.

El Tribunal Constitucional ya se pronunció en 1985 sobre la regulación del aborto. En su sentencia, que no aprobó la libre decisión de la mujer para abortar, hablaba del nasciturus (es decir, del no nacido) como un "bien jurídico constitucionalmente protegido" y afirmaba que el derecho de la mujer no podía anteponerse a los de este sin una causa. De ahí los tres supuestos marcados: violación, malformación del feto o riesgo para la salud.

El Constitucional en su sentencia --que el ministro Gallardón cita como ejemplo de los derechos del no nacido que hay que proteger-- no consideró inconstitucional el supuesto de aborto por malformaciones. “El fundamento de este supuesto, que incluye verdaderos casos limite, se encuentra en la consideración de que el recurso a la sanción penal entrañaría la imposición de una conducta que excede de la que normalmente es exigible a la madre y a la familia”, dijo el alto tribunal.



lunes, 16 de julio de 2012

528.- Teresa Wilms Montt


File:Teresa Wilms Montt.jpg



Teresa Wilms Montt

María Teresa de las Mercedes Wilms Montt, (Viña del Mar, 8 de septiembre de 1893 - París, 24 de diciembre de 1921). Fue una escritora chilena de principios del siglo XX. considerada precursora feminista, tuvo una vida novelesca. Rebelde a los valores burgueses de su sociedad, fue internada a la fuerza en un convento; con la ayuda de su amigo Vicente Huidobro, huyó a Buenos Aires, en donde se rumoreaba que el celebre poeta chileno la pretendía. Intenta ser enfermera en EE. UU. durante la Primera Guerra Mundial pero es confundida y apresada como espía alemana. Amiga de los escritores Gómez de la Serna, Enrique Gómez Carrillo, Joaquín Edwards Bello, Víctor Domingo Silva y Ramón Valle-Inclán.

Fue la segunda hija, de siete hermanas del matrimonio de Federico Guillermo Wilms Montt y Brieba, y de Luz Victoria Montt y Montt1 . Tuvo una esmerada educación, conforme a las reglas de la época dirigida a llevar un matrimonio y el protocolo en la alta sociedad, sin contar su carácter rebelde que prontamente se manifestaría.
A los 17 años se casó con Gustavo Balmaceda Valdés contra la voluntad de su familia. En Santiago se integró a la activa vida cultural de la ciudad. Los celos y el alcoholismo de su marido le traerán terribles conflictos familiares. Tendrán dos hijas: Elisa, llamada "Chita", y Sylvia Luz.
Residirá entre 1912 y 1915 en Iquique en pleno auge salitrero por razones de trabajo de su esposo, donde comenzará su relación con feministas y sindicalistas, y donde observó los nacientes movimientos de reformistas. Adscribirá a la masonería y hará sus primeras publicaciones en la prensa de Iquique con el seudónimo de Tebal.
Tras su regreso a Santiago, su esposo descubrió la relación que ella mantenía con Vicente Balmaceda Zañartu, "el Vicho", pariente de su marido. Un Tribunal Familiar la recluye, el 18 de octubre de 1915, en un convento, donde hará su primer intento de suicidio el 29 de marzo de 1916.

Sus viajes

En junio de 1916, Vicente Huidobro la ayuda a escapar del convento y huye con él a Buenos Aires. Su permanencia en esta gran ciudad que comenzaba a destacar por su círculo intelectual cosmopolita hará un enorme impacto en ella. Al año siguiente publicó sus libros Inquietudes Sentimentales y Los Tres Cantos.
Tras un desgraciado conflicto sentimental (uno de sus enamorados en Buenos Aires, se suicidó frente a ella) se marcha a Nueva York para colaborar con la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial, pero:
"No me dejaron desembarcar y me encerraron con llave en el camarote... por graves sospechas de espionaje al servicio alemán. (...) El día 4 (de enero de 1918), a causa de la primera letra de mi apellido, fui la última en desfilar ante la presencia de un empleado que acompañado de detectives y oficiales revisaba los pasaportes (en Ellis Island). Al leer mi nombre el representante de la autoridad yankee me miró de la cabeza a los pies, y sin hacerme pregunta alguna, ordenó en voz alta a un subalterno que me acompañara en calidad de detenida."

En Europa

Marchó entonces a España, intengrándose tal como en Buenos Aires en la bohemia madrileña donde presentada por Joaquín Edwards Bello conoció a los escritores Gómez de la Serna, Gómez Carrillo y, principalmente, Ramón Valle-Inclán quien prologará sus libros publicados en España.
En España publicó con el seudónimo Teresa de la Cruz sus obras: En la Quietud del Mármol y Mi destino es errar.
Tras errar por Buenos Aires, Sevilla, Córboba y Granada se establece en 1920 en París donde se reencontró con sus hijas tras de 5 años de separación. Sin embargo, el dolor de la nueva separación de ellas al regresar éstas a Chile le significó una terrible depresión que la llevó, cerca de la Navidad de 1921, al suicidio. Teresa falleció por una sobredosis de Veronal a los 28 años de edad.



Fragmentos de su Diario. 

DIARIO II 

1915

En esta época, el año pasado estaba yo en Iquique. Podré decir que ha sido el tiempo en que he gozado de mayor libertad. 
Fue una época simpática y desgraciada. 
Vivíamos en un hotel de mala muerte, pero el mejor del puerto, rodeado de toda clase de hombres, extranjeros y chilenos, comerciantes, médicos, periodistas, literatos, poetas, etcétera. Una vie de boheme, más o menos. 
La noche era para charlar, el día para dormir, la tarde para escribir. 
Yo era la única del sexo femenino en aquellas reuniones y así era demasiado consentida, pues todo me lo celebraban. Yo abusaba del licor, de los cigarrillos, del éter, etc, etc. También me gustaba ideas anarquistas y hablaba con el mayor desparpajo de la religión (en contra), y participaba de las ideas de la masonería. Escribía para los diarios, daba conciertos. Mis visitas eran a los hospitales, a las imprentas, acompañada de una tropa de médicos pijes y de pijes sin oficio, que me adulaban por las nubes. 

Entré de lleno a esa vida que no conocía y que me era interesantísima. 
Adquirí gustos poco correctos pero agradables y para ser una mujer poco vulgar, con una aureola novelesca. Todo el mundo me quería. 
Nuestras noches eran alegres y sentimentales, se declamaba y se tocaba la guitarra. 
Se hablaba de Azorín, de Sócrates, de Rouge de Lisle, de Baudelaire, etc, y en esos temas, llegaba el día, y el sueño. 
El poeta Silva (Víctor DomingoSilva), que era el sobresaliente en nuestras reuniones, me hacía versos delicados y pasionales, yo los recitaba después, con todo mi arte para emocionarlo. 
Es cierto, mi temporada (tres años en el Norte) constituyó una gran experiencia... Alí aprendí a vivir la verdadera vida. Conocí lo que es para las mujeres de mi clase un misterio, la verdadera miseria material y moral; los corazones y las pasiones bajas, mezquinas y grandes, los vicios... Y todo lo que conoce un hombre. Mi alma salió pura de la prueba, pero asqueada y con un fondo de amargura eterna. 
Mi opinión sobre las mujeres es tristísima y muchas veces me avergüenzo de ser mujer... Sin ser malas, lo aparentan, son débiles, orgullosas, profundamente estúpidas y vanas. ¡Son animales de costumbre! 
Los hombres, son malos de veras, viciosos, insensibles y egoístas. Son incapaces de un sentimiento delicado, que no sea para ellos mismos; pero son superiores... Cuando los veo elegantísimos, irreprochables, diviso a través de su indumentaria al mono, a la bestia carnívora, hambrienta y lujuriosa. 

Sábado, 13 Nov. (1915)

Mi padre (Guillermo Wilms Brieba) manda advertir que si salgo de este convento no cuente con nada de lo que él me da para vivir: se me dan todas las facilidades, para que yo, desesperada, cometa una incorrección y me vaya contigo, Jean! 
No quiero que mi amado, que mi ídolo, me desprecie; renuncio a él! Y hago el sacrificio de quedarme en este convento para probarle que mi amor es inmenso y puro, y que yo deseo, ser amada y estimada como una mujer de bien. 
Y a estos inhumanos cobardes sin entrañas los aplastaré con mi conducta. Han querido hacer de mí una pervertida y se encontraron con que puedo darles lección de nobleza. Renunciar a Jean me costará la vida; lo siento porque él estáadherido a mí como mi propio corazón, pero quiero que él no sufra una desilusión de la mujer que ha querido y que ha imaginado superior!... 
Creo en Dios y creo en ti, Jean. Sé que ambos comprenderán mi conducta y mi sacrificio. 

Miércoles 12 (enero 1916)

Mon Jean, idole de ma vie! 
Aquí están tus cartas extendidas bajo la caricia de mis ojos. Las estoy bebiendo una por una, saboreando en ellas tu cariño. El único cariño que tengo en la vida!... 
Te prometo mucho amor y una abnegación a jamais! 

Sábado 15 (enero 1916)

He dormido mal, muchas pesadillas y sobresaltos. Los zancudos, músicos infatigables, me hicieron su auditorio durante seis horas. 
Los ingleses, franceses, rusos, austríacos, serbios, italianos, etc, etc, han librado una sangrienta batalla en el fuerte de Vichoffits, y a mí me ha tocado una bala con tan mala suerte que me tiene frita. 
Tengo hambre. Con profunda pena, mis ojos miran el lánguido desayuno, natación de moscas, y no me atrevo a mandar al estómago, lo que ha sido baño de tan poco aseadas doncellas. 
Las galletas parecen suelas de botas militares, menos mal me las como; pero a la mantequilla no me le atrevo; creo que no tendré la resistencia como un cañón de escopeta. 
El anisette murió hace ya días, e hizo su tumba en la ambarina ánfora de Paul, y en la menos ambarina de Tejita. 
El cognac marca "Tigre" saca las uñas ferozmente y deja huellas. Las reverendas religiosas tienen buen ojo (sobre todo para estas cosas) y pueden hacer comentarios poco chic. 
Miro al espejo mi cara de gato flaco de pelo romano (pintado horroroso), y me da furia de verme tan fea. Los ojos ya no tienen brillo; sus dos globos azules empañados, donde se conoce el abandono en que viven. Cansados de mirar lo mismoy de llorar., guardan la apariencia de una ruina lastimosa. Mis ojos no tienen luz propia; necesitan como la Tierra de la luz del sol, los rayos de los ojos tuyos; ojos de oro animadores que les dan vida y calor. 

Miércoles 26 (Enero, 1916)

¿Qué he hecho hoy? Nada, nada y nada. No he pensado en Vicente ni en mis hijas; he estado embrutecida, tendida sobre la cama, mirando el techo, con la mente vacía... 
Me vengo a charlar con mi confidente creyendo despertar la imaginación pero en vano. No puedo desarrollar una idea y mi estado físico es el de un animal rendido de caminar. 
Un diario me impuso de mi madre, que está muy enferma. Esta noticia no me ha inmutado, como si se tratara de una extraña. Estoy perdiendo un poco el corazón y la sensibilidad. 
No tengo sueño pero me voy a la cama; antes destaparé mi última botella de cognac para dormir siquiera. 
Vida imbécil de animal degenerada, infame! ¡Me está perdiendo todas mis energías, aquí toda mi alma! Vamos emborrachándonos hasta adquirir otro vicio, y después morir. 

Viernes 28. Enero (1916)

Las mujeres somos vehementes, y por eso inconstantes. 
El hombre es mil veces mejor organizado; ellos esperan... Cuando un ser femenino desea una cosa vive, agoniza, muere por conseguirla! Y en su cabeza no hay otro pensamiento. Cuando lo consiguen vienen casi inmediatamente el hastío y el desencanto! Nosotras somos locas insaciables de ideales, y uno tras otro, sin descanso ni tregua hasta que la vejez pone término al fuego de la imaginación y de la fantasía... 

Sábado 29. Enero 1916

La mañana está preciosa. Su frescura ha calmado mis nervios, quebrados por el insomnio. 
Fui al jardín cuando el sol comenzaba a bostezar para levantarse: estaba todavía el suelo brillante con las perlas del rocío que había llorado la noche. Recogí un ramito de flores olorosas y después de dar unas cuantas vueltas, acariciando los gatos que dormían tendidos por allí, me volví a mi celda para rezar y escribir. Y aquí estoy. 
Recién se levantan las monjas a su tarea: las oigo afanarse en el corredor y en la cocina, ágiles, rebosantes de vida y de la santa tranquilidad que les da Dios. 
Anoche no pude cerrar los ojos; estuve nerviosísima, triste, con deseos de arrancarme al corredor para respirar aire puro. Prendí la vela a las dos de la madrugada y me puse a leer medicina hasta las cuatro y cuarto, hora en que bajé al jardín a medio vestir. Como de costumbre, mis pensamientos de anoche eran para Vicho. La hora, mi soledad, el estado de mi espíritu, hacían que lo recordase intensamente con ese delirio que me toma a veces, y me deja extenuada. Su retrato que está siempre bajo mi almohada cuando me retiro a la cama, fue anoche mi confidente. Hablé con él como si pudiera oírme, le dije las más suaves ternezas, los términos más agitadores que brotaban de mi corazón 

Mi pasión es fatal e indomable. Inútiles son las secretas luchas de mi espíritu por dominarla. Ella triunfa de mí y me hace sentir su mordedura con toda la fuerza que ha adquirido en mi propio corazón. 

Soy una pobre mujer débil e incapaz. No quiero pensar en él y me convenzo de que el no querer mío es querer más, y me desespero de mi impotencia para vencerme. 

Viernes 3 de marzo (1916)

El recuerdo de mi Jean no me deja un instante, lo llevo dentro de mi alma como el ser espiritual de ella misma. Lo amo mucho, profunda, inmensamente, pero en mí algo ha muerto... Una cuerda se ha roto, una fibra se ha trizado. 

Rezo y espero en Dios, pero nada para la tierra; mucho, mucho para el más allá y... 

¡Mis hijas! Mis purísimas criaturas de las cuales son tan indignas y despiadada madre. ellas que llevan la savia de mi ser, algo o todo de mi corazón! Las recuerdo, pero en mí hay algo más poderoso que la poderosa voz del amor materno, el amor a Jean! Imploro al cielo su bendición de ellas, y para mi la muerte si mi deshonra ha de hacerlas desgraciadas. En esta noche apacible y dulcemente triste, me parece que mis ruegos llegan más intensos y fervorosos a Dios. Llevan todo el dolor de mi miseria, y la cariñosa esperanza del perdón! 

Marzo, 17. 1916.

Gustavo: 
Si Ud. de acuerdo con mi familia y la suya, y sin que pueda originarles más tarde remordimientos de conciencia, estiman que mi deber es hacerme pasar por loca, teniendo mis facultades mentales mejores que nunca, no tendréinconveniente en pedir un certificado a uno de los tantos médicos de orates que llegan a este monasterio. 

Aun más, y por infinito amor a mis hijas, si cree Ud. que con mi vida puede salvar su reputación, y con ella el nombre que heredarán, aquí la tiene a su disposición y con todo gusto 
Thérese 

Marzo 26. Domingo

No puedo estampar en mis páginas lo que siento. 

Ayer me alejé de ellas por estar bajo la influencia de sedantes. 

Hoy mi cabeza está bien pero mi alma ha desaparecido. En su sitio queda una piedra venenosa de reptíl ávido de venganza, un gusano vil que no puede más que arrastrarse. 

El amor de mis hijas que debía enaltecerme, me hace descender hasta el más inmundo precipicio. 

Me voy para no volver jamás. Iré donde no pueda perseguirme el dolor y desengaño de mi Vicente. Jamás pensé, ni en el delirio inmenso de mi dolor, que nuestro amor tendría un fin así. Mi pluma tiembla en la mano de rubor, mi corazón llora con el llanto de un criminal cobarde ante el patíbulo. No sé de mi existencia más que por un profundo sentimiento de hastío. ¡Sí, me voy. Ya no espero nada! Seré un autómata, seré una miserable ruina ambulante, seré una maldición viva. 

Enero 6, 1918. Ellis Island. New York.

Llegué a New York. Fui tomada prisionera en el vapor. Cuatro detectives estuvieron guardándome. No me dejaron desembarcar y me encerraron con llave en el camarote... por graves sospechas de espionaje al servicio alemán. 
Estupefacta, apenas me lo puedo explicar. 
El día 4, a causa de la primera letra de mi apellido, fui la última en desfilar ante la prsencia de un empleado que acompañado detectives y oficiales revisaba los pasaportes. 

Al leer mi nombre el representante de la autoridad yanki me miró de la cabeza a los pies, y sin hacerme pregunta alguna, ordenó en voz alta a un subalterno que me acompañara en calidad de detenida. 

Madrid (enero 1920)

¡Me muero! Al decirlo no experimento emoción alguna, por el contrario, me inclino curiosamente a contemplar el hecho como si se tratase de un desconocido. 
Si tuviera la capacidad de estudiar el fenómeno, podría asegurar que es mi conciencia la que ha desaparecido debilitando mis sensaciones corporales, hasta hacerme creer que el cuerpo sólo vive por recuerdo. 
No hay médico en el mundo que diagnostique mi mal; histeria, dicen unos, otros hiperestesia. Palabras, palabras, ellas abundan en la ciencia. 
Al escribir estas páginas una fuerza sobrenatural me ordena que imprima en ellas un nombre. ¡No, no lo diré, me da miedo! 
Cuando aparece este nombre en mi círculo nebulosos, se levantan mis manos con lentitud profética y fulguran bajo la noche con estremecimientos sagrados. 
¿Me muero estando ya muerta, o será mi vida muerte eterna...? 

Madrid

Extraño mal que me roe, sin herir el cuerpo va cavando subterráneos en el interior con garras imperceptibles y suave. 
¡Me muero! 

París

Quiero reposar en la tierra solamente envuelta en una sábana o si es posible en un pedazo de tierra de la fosa común... 
Dejo a mis hijas Elisa y Sylvia todas mis buenas intenciones, es lo único que poseo y mi único tesoro. 







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lunes, 2 de julio de 2012

527.- Carta de un investigador al rey don Juan Carlos I





Carta de un investigador al rey don Juan Carlos I



Querido Juan Carlos,

Me llamo Alberto Sicilia, y soy investigador de física teórica en la Universidad Complutense de Madrid. Hasta el año pasado, enseñaba en la Universidad de Cambridge. Decidí regresar a España porque quería contribuir al avance científico de nuestro país.

A las pocas semanas de llegar, me llevé la primera alegría: Francisco Camps obtenía un doctorado cum laude apenas 6 meses después de dimitir como presidente de la Generalitat. Escribí dos cartas para felicitarle, pero no me respondió. Paco debe estar muy ocupado. Quizás le contrató Amancio Ortega para que diseñe la colección de trajes primavera-verano.

Abrí la segunda botella de champán al conocer los Presupuestos Generales recién presentados. La inversión en ciencia se recorta en 600 millones de euros. Imagínate que se nos ocurre apostar por la investigación y acabamos ganando un Nobel: quebraríamos el orden geopolítico mundial. Hasta ahora, los Nobel científicos son para británicos, alemanes, franceses o americanos. Nosotros nos llevamos los Tours, los Rolland Garros y las Champions League. Si empezásemos a ganar también en ciencia, ¿qué consuelo quedaría para David, Angela, Nicolas y Barack?

He sufrido la tercera y definitiva conmoción al saber de tu safari. Dicen los periódicos que costó 37.000 euros, dos años de mi salario. Los que nos dedicamos a la ciencia no lo hacemos por dinero. Al terminar nuestras tesis doctorales en física teórica, algunos compañeros se fueron trabajar para Goldman Sachs, JP Morgan o Google. Quienes continuamos investigando lo hicimos por pasión. La ciencia es una de las aventuras más hermosas en las que se ha embarcado la especie humana. Al regresar a España, entendí que atravesábamos una situación económica complicada. Por eso acepté trabajar con muchos menos recursos de los que ofrecía Cambridge y un sueldo inferior al que ganaba cuando era estudiante de primer año de doctorado en París.

Juancar, tengo que darte las gracias. Tu aventura en Botsuana me ha hecho comprender, definitivamente, cómo es el país al que regresé.

Regresé a un país donde el Jefe del Estado se va a cazar elefantes mientras cinco millones de personas no tienen empleo. Regresé a un país donde el Jefe del Estado se opera de prótesis de cadera en una clínica privada, mientras miles de compatriotas esperan meses para la misma intervención. Regresé a un país donde el Jefe del Estado se va de vacaciones en jet privado mientras se fulminan las ayudas a las personas dependientes.

Que yo me marche a otro lugar para seguir mis investigaciones no será una gran pérdida para España. No soy el Einstein de mi generación. Pero me desespera pensar en algunos físicos de mi edad que son ya referentes mundiales en las mejores universidades. Muchos de ellos soñaban con regresar un día a España. Teníamos la oportunidad de cambiar, al fin, la escuálida tradición científica de nuestro país. Nunca volverán.

Hemos convertido España en un gran coto de caza. Pero aquí no se persiguen elefantes ni codornices, sino investigadores. Dentro de poco podremos solicitar subvenciones a WWF por ser especie en extinción.

Permíteme terminar con otra cuestión que me turba. En África hay cientos de jóvenes españoles trabajando como cooperantes en ONGs. Chicos y chicas que viven lejos de sus familias porque quieren aliviar el sufrimiento humano y construir un mundo más decente. Si tenías tantas ganas de viajar a África, ¿porqué no fuiste a abrazar a esos muchachos y a recordarles lo orgullosos que estamos de ellos?

Juancar, en tu último discurso de Navidad afirmaste que “todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar”. Y digo yo, si unos meses después tenías planeado ir a cazar elefantes, ¿por qué no te callas?

Dr. Alberto Sicilia.





526.- Michael Moore: El gran azote cuenta su vida





Michael Moore
El gran azote cuenta su vida



Ha sido el más odiado y a quien más han pedido perdón en Estados Unidos por sus películas

Michael Moore ha saboreado su propia magdalena de Proust. Quizá no tan sofisticada y con un gusto diferente, más salado que dulce. Son las patatas Ruffles. Sobre estas, el autor de Bowling for Columbine es capaz de contar maravillas. Quizá no al estilo del creador de En busca del tiempo perdido, cuando relataba cómo al mojar su bollito en tila toda una memoria selectiva del pasado se le activó de manera mágica. Pero Moore, en su medida de chaval avispado y educado en un entorno católico de Michigan, es capaz de construir toda una teoría sobre esas patatas que podían ofrecer colinas y valles entre su dulce aspereza ondulada.

Gracias a que un día se quedó en su habitación sin nada que picar a deshoras, Moore descubrió el sentido de su vida. Salió hacia la máquina expendedora de Ruffles y se habían agotado las existencias. Pero hubo algo que le llamó la atención. El anuncio de un concurso. Un concurso de discursos sobre la vida de Abraham Lincoln…

El chico se animó y ganó. Desde entonces, en gran parte, Michael Moore se ha aplicado al arte de soltar soflamas poco contemplativas y azuzar debates. Sus películas documentales son eso. Sus libros también. Incluso Cuidado conmigo. Historias de mi vida (Ediciones B), un conjunto de relatos sobre episodios de su existencia que forman una memoria personal.

Este hombre que se zampa un fish and chips tan orondamente en un restaurante cercano a la calle de Ámsterdam en Nueva York ha sido el más odiado y a quien más han pedido perdón de EE UU. En tiempo récord. Justo el que su país tardó en pasar de la euforia estomacal venida de la venganza por castigar a los causantes del 11-S a caer en la cuenta de que la habían tomado con un régimen que no disponía –como les habían contado– de armas de destrucción masiva.

Cuando acabó su discurso en la ceremonia de los Oscar, un tramoyista le soltó: "Capullo"

Entre medias, a Moore lo denostaron, lo insultaron, lo amenazaron cuando pronunció el discurso de agradecimiento en los Oscar por Bowling for Columbine, documental que retrataba con cruda ironía la fiebre de las armas y la paranoia colectiva en su país. Su presidente acababa de declarar la guerra a Irak en pos de una patraña, y Moore se subió al estrado para clamar: “¡Qué vergüenza, señor Bush! ¡Qué vergüenza!”.

Si llega a saber la que se montó, no lo repite. No por falta de ganas, ni por estar convencido de que tenía razón –que la tenía, y los hechos así se lo demostraron–, sino por haber puesto en riesgo a su familia. Pero nada más salir del escenario comprobó la que se le avecinaba. Fue después de recoger el premio. Las primeras palabras que oye un ganador del Oscar son: “¿Champán? ¿Un caramelo?”. Todo un espejismo. Pero a la copa y al dulce, en el caso de Moore, le siguieron los insultos: “Capullo”, le soltó un tramoyista… Y a partir de ahí cayó de todo. “Eso fue muy fuerte, lo de aquel hombre. Luego me pidió perdón. Pero te prometo que mi discurso no fue premeditado. Me decidí a ello al ver el ambiente. Hice uno igual en la gala de los premios independientes [Spirit Awards, donde también se impuso], pero en los Oscar empezaron a abuchearme. Aquello me impactó y me volví loco. Empezaron a avisarme de que parara, y me dije: a la mierda, qué coño, ya sé que esta guerra va a costar un montón de vidas, que se basa en una mentira, y me desahogué. Tanto que mi mujer, al bajar, me puso con los pies en la tierra: ‘¿Por qué sacaste a relucir a Bush?’. Yo le contesté: ‘No lo he hecho…’. Pero es que ni me acordaba de lo que había dicho”.

Fue un acto de euforia rabiosa. “Me convertí en alguien de referencia con ese discurso, pero de eso me di cuenta después. De la importancia que tuvo y el impacto me enteré más tarde, yo ni me lo imaginaba. Muchos progresistas en este país apoyaron la guerra. Políticos, periódicos… desde The New York Times hasta Harvey Weinstein, mi productor, mi agente también; estaba muy solo, era un traidor, me lo escribían en la pared: traidor, vete a Cuba…”. Le salió al paso la soledad del compromiso. “Me gritaban cuando iba por la calle: ‘¡¡¡Hijoputa!!!’. Nunca pensé que me había equivocado. En lo único que me pasé fue poniendo a mi familia en peligro. Solo por eso creo que no lo haría de nuevo”.

Tampoco le importa el hecho de tener razón. “No era difícil equivocarse. No soy un inspector de armas, pero estaba más que claro. Fue una mentira alucinante de la que se aprovecharon para mandar a gente a la guerra, da un poco de asco”.

No entiende ahora por qué lo hizo. Pero resulta paradójico que en mitad de aquel escándalo causado a raíz de su borrachera antibelicista se decidiera a seguir. Pese a todo, o precisamente por todo, quiso hacer Fahrenheit 9/11. “Fue al mes de los Oscar. No sé cómo me decidí. Que si estoy loco…, quizá. El arte que merece la pena está directamente inspirado por la locura y no por la ambigüedad ni las medias tintas. Viene de los extremos, de los filos. Yo se lo advertí al equipo: solo un 20% de los americanos están de acuerdo con lo que vamos a hacer. Tampoco pensaba en Europa. La película no iba dirigida a los europeos –pese a que triunfó en Cannes con la Palma de Oro en 2004–, lo que deseaba era convencer a mis compatriotas de lo necesario que resultaba detener esto”.

Hoy ha caído en el impacto que aquel documental descarnado produjo en la movilización contra la guerra de Irak. La CIA le investigó, el Gobierno puso todo a su alcance para desacreditarlo. Pero los hechos le dieron la razón: “La verdad es que no somos mala gente, un poco lentos, no conocemos el mundo, el 80% de los estadounidenses no abandonan el país, nuestro sistema educativo no es bueno; aun así, tienen buen corazón mis compatriotas y, cuando pruebas los hechos y meditan, son gente decente”.

Muchos progresistas de mi país apoyaron la guerra. A mí me escribía: 'Traidor, vete a Cuba'

Lo malo, las consecuencias que deben sacar como país para una buena temporada. ¿Líderes? ¿De qué? “Perdimos con Irak el derecho moral de intervenir en ningún sitio. Estamos castigados, fuera de clase, meditando lo que hicimos para que no se vuelva a repetir. No tenemos derecho a inmiscuirnos en la tierra de ningún otro país durante una buena temporada”.

En eso, el liderazgo de Obama debe moderar sus ánimos. No es aquella catástrofe de la era Bush, una época negra de la que todavía pagamos mundialmente las consecuencias. Pero Moore, en lo que se refiere al presidente demócrata, echa de menos un poco más de coraje. “Obama ha desperdiciado oportunidades, creo que quiere contentar a todo el mundo; un negro debe aprender los modos de actuar blancos para manejarse porque no tienes el poder y lo sabes. Un ejemplo de gran oportunidad histórica perdida fue la reforma de la seguridad social. Una pena”.

Pero ahí estuvo Moore al quite con otro de sus grandes documentales, Sicko, sobre el subdesarrollado sistema sanitario estadounidense. “Lo hice por comparar… Países como España, Francia o Reino Unido quedan a años luz. Me apetecía que la gente supiera cómo son los sistemas de fuera. La razón por la que gozan de esos avances no es porque sean mejores, sino más listos. En esos países nadie debe preocuparse de que si pierde un trabajo y enferma se va a quedar en la calle sin ser atendido; por eso son mejores, más seguros”.


La guerra, la política, el desmadre de las armas, la sanidad. Cuestión de principios. Es algo que queda claro al leer Cuenta conmigo. Principios que en parte debe a sus padres, a quienes homenajea en el libro, sobre todo a su madre. “Y no eran gente política, se preocupaban por ello, pero no estaban afiliados a nada. ¿Quién quiere personas comprometidas con la política cuando existe la buena gente, que te aporta valores, sin más?”. Puede que el ánimo de Moore al escribirlo fuera la simple y llana memoria personal, pero lo que sobresale es la forja de una contundente fibra moral. La de una ética que debe mucho a unos progenitores de mente abierta en un mundo con tendencia a lo cerrado.

En el fondo, Michael Moore siempre quiso ser cura. El chaval que, convencido, entró en el seminario en busca de respuestas. El problema es que para encontrarlas preguntaba demasiado. Y eso, cuando las explicaciones se escapan a la lógica, acaba pesando. Por no hablar de las mujeres. “La verdad es que incluso ahora, a mi edad, no he abandonado el seminario, me tuve que ir porque me gustaban demasiado las chicas. Soy un cura con deseos sexuales, pero un cura. Me siento la misma persona. Ese chico que entró al seminario”, comenta con una naturalidad algo enigmática.

Las chicas eran un problema serio. Más cuando entiendes la verdadera intención de Dios al crearlas: “Yo solo tenía claro que ellas respondían a una idea tan alucinante que pienso que en el sexto día de la creación, el Señor se debió de tirar como 23 horas diseñándolas. Son tan perfectas… Artísticamente irreprochables, sus curvas, su anatomía. A nosotros, en cambio, nos parió deprisa, no tuvo ni tiempo para colocar nuestros órganos reproductores dentro del cuerpo. ¿Por qué los puso fuera? Somos demasiado imperfectos, estamos hechos a todo meter. Resulta toda una ironía de la historia que nos pusieran al mando cuando ellas son mucho más fuertes, más listas, más completas que nosotros”.

Lo malo fueron las coincidencias. Y el orgullo. El día que Moore entendió, entre los picores que le provocaba el sexo contrario y la insatisfacción de la fe, que el camino de la prédica no era lo suyo, recibió una llamada del rector. Había decidido abandonar, pero la actitud de su guardián de la fe casi le hace dar un paso atrás. ¡Eran ellos los que le querían echar! ¿Por qué? Porque hacía demasiadas preguntas.

De aquellos días le quedó una obsesiva tendencia hacia la austeridad. “Uno de los grandes retos de la formación como cura es el voto de pobreza… Eso me marcó. Si he hecho lo que he hecho ha sido porque me lo ha dictado mi conciencia. Nunca quise ganar un centavo, me he defendido desde siempre, vivo bien, soy feliz, y el hecho de que mi carrera haya producido tanta pasta ha empujado mi sentido crítico, el hecho de saber que se me ha apoyado por el público me impulsa a ser mejor”. Lo que recibe, trata de devolverlo. “¿De dónde saco el dinero? De otros trabajadores que van a verlo, a 10 dólares la entrada; es decir, eso marca aún más mi responsabilidad, ¿o no? Además, ¿para qué necesitamos el dinero si no es para un techo y para mandar a mi hija a un buen colegio?”.


Soy un cura con deseos sexuales, pero un cura. Me siento ese mismo chico que entró al seminario

Paga la comida, pero eso no le resta la sombra de obsesivo racaneo. “Lo que sobra no es para comprar yates, así que lo reinvertimos en más películas, o lo donamos, o lo gastamos en restaurar un cine en Michigan o montar festivales de cine, o dárselo a la gente de la familia que lo necesita. Mi mujer me lo echa en cara: ‘No gastas nada’, me dice. Tengo lo que necesito. Ella gasta algo más, solo hablo por mí mismo”.

Lo que no le ofreció ni la Biblia ni el seminario se lo proporcionó el cine. “En el cine encontré que el mundo era un lugar oscuro y que había que arrojar luz sobre él. Y también que esa luz no siempre aparecía hacia el final de la película. Pienso por otra parte en cosas como Tiempos modernos, ese final, esa sencillez. Ese genio. Obras así pueden ayudarte a encontrar el camino hacia la luz, pero después es necesario hallarla por uno mismo. Las películas solo te avisan. Poseen el poder de convicción de los cuentos. Ocurre con la ciencia-ficción. En Metrópolis, Fritz Lang nos estaba preguntando: ‘¿Es este el futuro que queréis?’. En la Biblia no ocurre eso, no te plantean interrogantes, te imponen las respuestas, yo soy el camino, la verdad y la vida… Bueno, bien, quizá… Las películas no. Quizá te guían, pero las que me gustan son las que te obligan a pensar por ti mismo, las que encauzan el sentido crítico. Es lo que debemos enseñar a nuestros chicos, a preguntarse por qué, a no tragarse instantáneamente lo que nos cuentan los políticos en la tele”.

Pero para eso es muy importante provocar experiencias colectivas. “Me gusta que la gente vaya al cine a ver mis películas. Hay un efecto contagio. El cine no es solo celuloide que emana de un proyector, es un arte compartido del que deben salir respuestas comunes”. Internet, cierto aislamiento ha devuelto la necesidad del contacto social, del contagio. “Ha vuelto a recuperarse el ansia del arte en comunión, los músicos lo hacen por dinero porque la industria se ha ido a la mierda, pero es mejor para todos. Y mis películas no están concebidas para ser vistas en solitario. Necesitan ser compartidas porque los problemas que plantean requieren soluciones comunes”.

No quiere decir Moore que por el hecho de buscar unas reacciones concretas renuncia a una búsqueda creativa. Pero lo ha decidido llevar a cabo en forma documental por una razón paradójica. “La ficción es una gran verdad, películas como Senderos de gloria, de Stanley Kubrick, poseen esa fuerza. Pero eran otros tiempos. Ahora se impone lo contrario. No hay lugar para las alegorías porque esas, precisamente, han sido tomadas por los trileros del discurso viciado y las realidades paralelas contaminadas por el eufemismo. Esa es la razón por la que Moore elige su camino documental. “No hago filmes de ficción porque vivimos tiempos demasiado ficticios”.

Eso le hace preguntarse a menudo –sin que halle aún una respuesta contundente– quién es él. “Soy un escritor, un cineasta, ciudadano… porque si no te involucras en una democracia, esta no tiene sentido. Aunque cuando hago mis filmes la prioridad es el arte. Las películas políticas me aburren por su didáctica, lo mejor para que funcionen no es el discurso, sino el vehículo artístico; eso favorecerá el contenido mucho más, porque, en el fondo, mi prioridad es hacer cine, no política; si no, hubiese montado un partido. Pero no, elegí el cine porque me gusta”.

525.- BUSCANDO JUSTICIA EN LAS DOS ORILLAS DEL ATLÁNTICO

 



BUSCANDO JUSTICIA EN LAS DOS ORILLAS 
DEL ATLÁNTICO


Adriana Fernández no conoció a su abuelo. Lo mataron cerca de Ponferrada el 9 de octubre de 1936. Y allí yació, olvidado, hasta que su nieta lo desenterró exactamente 75 años después, el de octubre de 2011. Nadie ha investigado su muerte, como tampoco la de las otras 114.266 personas desaparecidas en España durante la guerra civil y el franquismo. 

Celia Zafra, Amnistía Internacional España

Y por ahora, seguirán sin investigarse en España, como ha denunciado Amnistía Internacional en su informe Casos cerrados, heridas abiertas, que documenta cómo se han archivado sistemáticamente los casos derivados a los juzgados territoriales después de la inhibición de la Audiencia Nacional y cómo la sentencia del Tribunal Supremo de febrero de este año, en la que se absolvió al ex juez Baltasar Garzón, cierra sin embargo las puertas a cualquier posible esclarecimiento de estos casos.
Judicialmente, las víctimas se encuentran desamparadas en España.
En el informe se desmontan uno a uno los argumentos del máximo tribunal español que justifica que los delitos –la desaparición forzada de más de 114.000 personas, con nombres y apellidos– no  se investiguen en España. Ante la afirmación de que los crímenes no eran considerados como tales en el momento en el que fueron cometidos,
Amnistía Internacional afirma que sí lo eran, como lo demuestra la vigencia de las Convenciones de La Haya de 1899 y 1907, del Estatuto del Tribunal de Nuremberg de 1945 y del derecho consuetudinario. 
El argumento de que los delitos han prescrito al haber transcurrido más de 20 años desde que se cometieron se desmonta fácilmente, ya que los crímenes de derecho internacional no prescriben nunca. También se escuda el Tribunal Supremo en que los
supuestos culpables ya han fallecido, pero la obligación de investigar es independiente de la obligación de enjuiciar a los responsables. El impedimento que según el tribunal establecen las leyes nacionales tampoco es cierto, puesto que la Ley de Memoria Histórica declara que su contenido es compatible con las acciones judiciales que se pudieran ejercer y la Ley de Amnistía de 1977 excluye de su ámbito
de aplicación delitos que hayan supuesto “violencia grave contra la vida o la integridad de las personas”.



CAUSA ABIERTA EN ARGENTINA

Ante este panorama, los descendientes de aquellas víctimas, como Adriana, buscan justicia en Argentina, donde está abierta la única causa en el mundo sobre estos crímenes en aplicación de la jurisdicción universal. O como Inés García Holgado, que perdió a tres familiares entre 1936 y 1938 y que empezó a investigar por su cuenta en el año 2000, por la curiosidad de conocer algo más sobre la historia de su familia.
Lo que descubrió fue la partida de defunción de sus tío abuelos que afirmaba que habían “recibido heridas de bala”. Fueron fusilados y están hoy enterrados en Astorga y Salamanca. Su tío, médico militar, sigue “desaparecido”.
Inés y Adriana son dos de las querellantes en la causa argentina que investiga desde abril de 2010 los crímenes del franquismo y la guerra civil que no encuentran justicia en España.
La demanda la encabezaron Inés y Darío Ribas, de 92 años, hijo de un fusilado, todos ellos residentes en Buenos Aires. A la causa se han sumado a día de hoy muchos más demandantes –alrededor de 75– y unas 15 asociaciones de derechos humanos. “Esperamos que desde Argentina pueda abrirse un panorama de justicia, cosa que vemos cerrada en España”, reflexiona Adriana Fernández.

INDEFENSIÓN DE LAS VÍCTIMAS

Porque otro de los puntos que demuestra el informe es que la Fiscalía española falta a la verdad cuando asegura a la justicia argentina que estos crímenes sí se están investigando en España. La realidad es que de los 21 casos a los que Amnistía Internacional ha tenido acceso –de los 47 derivados a juzgados territoriales repartidos por todo el país–, 17 han sido directamente archivados y los cuatro restantes, que estaban en suspenso hasta la sentencia del “caso Garzón”, seguirán seguramente la misma suerte.
La indefensión de las víctimas ha ido todavía más allá: algunos juzgados que asumieron la competencia sobre los casos no les informaron de forma exhaustiva, privándoles de la posibilidad de personarse, de ser oídas y de seguir el proceso. Tampoco se les notificó el archivo en todos los casos, impidiéndoles así la posibilidad de recurrir a instancias superiores. Y por si fuera poco, el hecho de que la competencia se trasladara a los juzgados territoriales, tomando como criterio la ubicación de las fosas, ha excluido del proceso a muchas víctimas que no saben dónde se encuentran los restos de sus familiares, discriminándolas en el acceso a la justicia.


Pocos años después de que España se convirtiera en referente mundial por ejercer la jurisdicción universal por los crímenes cometidos en Argentina, en Chile o en Guatemala, el espejo da la vuelta para mostrarnos la otra cara, la de las víctimas españolas y sus familiares que han tenido que cruzar el Atlántico para aspirar a que sus seres queridos obtengan verdad, justicia y reparación. Un doble rasero inaceptable e inexplicable.
El cóctel de años y silencios no ha conseguido que los y las descendientes de las víctimas olviden. Tampoco lo hacen las leyes internacionales, que estipulan que las desapariciones forzosas son crímenes de derecho internacional que no prescriben nunca. 
Por muchas leyes de amnistía que sigan en vigor, por mucho que las autoridades intenten esconder los cuerpos de los desaparecidos debajo de la alfombra, por muchos tribunales que den la espalda a las víctimas, el anhelo de justicia seguirá vivo generación tras generación. Pero no merecen esperar tanto. ■