domingo, 20 de mayo de 2012

420.- El movimiento feminista hoy?. Pasado presente y futuro






El movimiento feminista hoy?...
Pasado presente y futuro

El Movimiento femenino "moderno" nació en los albores de la lucha por la igualdad y la emancipación, inmediatamente después de la independencia de los EE.UU (1776) y de la Revolución Francesa (1789) y las demás revoluciones liberal- burguesas que plantearon como objetivo central la consecución de la igualdad jurídica y de las libertades y derechos políticos.

Pronto surgió la gran contradicción que marcó la lucha del primer feminismo: las libertades, los derechos y la igualdad jurídica que habían sido las grandes conquistas de las revoluciones liberales no afectaron a la mujer. Los "Derechos del Hombre y del Ciudadano" que proclamaba la revolución francesa se referían en exclusiva al "hombre" no al conjunto de los seres humanos.

A partir de aquel momento, en Europa Occidental y Norteamérica se inició un movimiento, el feminismo, que trabajó por la igualdad de la mujer y su liberación. Durante ese período, el principal objetivo del movimiento de las mujeres fue la consecución del derecho de voto. Nacía así el movimiento sufragista.
"El feminismo ha sido, como movimiento social, una de las manifestaciones históricas más significativas de la lucha emprendida por las mujeres para conseguir sus derechos. Aunque la movilización a favor del voto, es decir, el sufragismo, haya sido uno de sus ejes más importantes, no puede equipararse sufragismo y feminismo. Este último tiene una base reivindicativa muy amplia que, a veces, contempla el voto, pero que, en otras ocasiones, también exige demandas sociales como la eliminación de la discriminación civil para las mujeres casadas o el acceso a la educación, al trabajo remunerado (...)"

La Historia tiende a presentar los avances sociales conseguidos por las mujeres como la consecuencia de un progreso que marcha por sí solo, como el resultado de un proceso en el que, en todo caso, las mujeres no han influido. En cambio, la reconstrucción de la Historia muestra que las mujeres sólo han logrado conquistas sociales allí donde y cuando ha habido mujeres trabajando y protagonizando esas conquistas. Han sido las luchas de muchas mujeres, las que nos permiten hoy gozar de derechos que en un pasado muy próximo fueron negados.

Las mujeres, igual que los hombres, tienen opiniones y actitudes políticas e ideológicas muy diversas porque tienen intereses muy diferenciados, pero como seres humanos tienen una serie de derechos comunes que van desde el derecho al trabajo, a la libertad de expresión, a participar activamente en la política, a estudiar, al sexo, y también al merecido descanso después de largas jornadas de trabajo, el derecho al ocio, la cultura y los aspectos lúdicos.
Ridiculizar las cuestiones que afectan a los derechos de las mujeres es una estrategia en la que se han empeñado siempre los sectores más inmovilistas de la sociedad. Frecuentemente, muchos de los problemas de las mujeres han sido problemas "invisibles"

El hecho de intentar mantener a la mujer en casa ha sido una forma de mantenerla oculta. Lo que no se ve no existe. La nueva mujer, la mujer con derechos, se ha hecho presente precisamente al salir a trabajar fuera de casa y al llegar a exigir lo que a una le corresponde sin sentirse mal por ello, en definitiva, ser personas independientes que actúan en consecuencia.

En estos momentos, en los que la estrategia de ridiculización no se considera políticamente correcta, algunos tienden a adoptar la estrategia del silencio. Se oculta no sólo lo que tiene que ver con el feminismo sino lo que tiene que ver con las mujeres, sus derechos y sus organizaciones.

Lo que está pasando en estos momentos en los movimientos feministas suscita una serie de reflexiones: en primer lugar, el feminismo está actualmente visible básicamente en los ámbitos académicos, en la investigación y en el enunciado de los cambios sociales, pero más escasamente en la opinión pública. Como movimiento social, aparentemente está poco activo.

No podemos decir que no haya mujeres trabajando por el feminismo, reivindicando la igualdad, luchando por ella, pero no se facilita su presencia pública, con el argumento de que no interesa, que carece de sentido.

Ciertos sectores de la sociedad, a los que no les interesa la igualdad, han intentado, aislarlo, ocultarlo. Por eso, han dejado que sea una cosa de mujeres y para mujeres, pero que no merece mucho la pena compartir entre todos.

Sin embargo, las mujeres están saliendo adelante y en muchos países se han dado avances importantes en los últimos años. La principal causa para que esto sea así es que la educación se impone, y en los países más adelantados no sólo se está alcanzando la igualdad en los niveles educativos más altos, sino que es está haciendo con grados de aprovechamiento más fructíferos.

En las sociedades más avanzadas de nuestro tiempo, en general, y los movimientos feministas en particular, son fuerzas vivas y muy activas que difícilmente van a poder ser detenidos, por muchas estrategias que se invente para contrarrestarlas.

El proceso es tan imparable que la mayoría de la opinión pública ha asumido que se trata de uno de los principales motores actuales del cambio social. Los cambios logrados para alcanzar la igualdad formal y las acciones positivas para avanzar en la igualdad real han sido instrumentos de utilidad para la igualdad de la mujer.

Este es el camino para que interpretemos bien la declaración Universal de Derechos Humanos, que empieza diciendo: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos". Este es el camino para hacer ciudadanos, es decir, personas libres iguales, autosuficientes, a las que su comunidad reconoce el derecho a ejercer todas sus capacidades y potencialidades, porque ser ciudadano o ciudadana no es sólo tener derechos civiles (libertades), ni sólo derechos políticos (participación en la red pública), es también tener derechos sociales (económicos, culturales y sociales) para poder sentir que todos y todas formamos parte de una comunidad.








LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS.

  Se considera que los movimientos feministas tienen su origen en la Declaración de los derechos universales de igualdad y de libertad promovidos en la Revolución Francesa y en la Ilustración, donde las mujeres tomaron conciencia de su situación y comenzaron a reivindicar la igualdad en todos los terrenos, tanto en derechos como en oportunidades y no-solo para los varones.

Recientemente, muchas voces sabias nos dicen que el feminismo ya no es necesario porque las mujeres ya han resuelto sus problemas. ¿Es este análisis correcto?. Es evidente que se pueden dar respuestas diferentes, todas con argumentos convincentes.

En los setenta se afirmaba que el movimiento feminista era un fenómeno nuevo, desde sus propias filas surgió la tesis contraria. Apoyado por le trabajo de las historiadoras, las feministas y con ellas los interesados en los movimientos sociales redescubrieron el sufragismo.

El olvido del movimiento sufragistas que contrastaba con la memoria sobre el movimiento obrero del siglo XIX formaba parte de la "invisibilidad" de las mujeres. Un movimiento que había sido importante, potente y que ningún análisis político histórico riguroso podía ignorar, había caído, sin embargo, en el más completo olvido.

El descubrimiento del sufragismo permitió ver que las mujeres no se convertirían por primera vez en un movimiento social en los setenta y que por tanto no eran un "nuevo" movimiento. Las mujeres, al calor de la Revolución francesa se habían cuestionado su situación social y el rol que les había asignado. Se comprometieron con la revolución porque pensaron que sus demandas serían atendidas. Mientras los revolucionarios debatían sobre los derechos del hombre, plantearon los derechos de las mujeres indicando que como grupo social tenía una especificidad que debía ser tomada en cuenta. No sólo sus demandas finalmente no se incorporaron a la agenda política, sino que se las persiguió, se las encarceló y, en muchos casos se las guillotinó por defender estas ideas.

Las sufragistas recogieron el testimonio de esta generación de mujeres. Aceptaban el análisis sobre la situación de inferioridad de las mujeres, es decir, su discriminación y pedían el acceso al mundo público del cual habían sido excluidas. Si bien, planteaban diversas reivindicaciones, como el derecho a la educación y a poder tener un trabajo remunerado, convirtieron a la participación política en el medio para conseguir las otras demandas. El derecho al voto se convirtió, así, en el aglutinante de la movilización de las mujeres.

Esto demuestra el respeto al parlamento y a la democracia representativa que tenían, cuando otros sectores sociales consideraban que sus reivindicaciones jamás podían ser atendidas por los parlamentos democráticos y que éstos debían ser eliminados.
Al igual que ahora, conseguido el voto para las mujeres se estimó que el feminismo ya no tenía razón de ser. Sin embargo, a finales de los setenta hay una nueva rebelión de las mujeres en contra de su situación social, la cual se consideraba discriminatoria. resurge el feminismo como un movimiento social y su movilización no es sólo social, sino que se traslada también a las instituciones políticas económicas y culturales.

En este momento, las reivindicaciones de las mujeres se plantean en tres grandes áreas de actuación, no sólo piden acceso a las actividades y puestos de los que están excluidas.

En primer lugar, señalan que su biología no las condiciona para ser exclusivamente madres. Que tienen derecho a la sexualidad, al control de su cuerpo y a decidir libremente sobre su maternidad.
En segundo lugar, plantean que las relaciones entre los hombres y mujeres tienen un componente de poder.
En tercer y último lugar, señalan que existe una dicotomía entre lo público (la economía, la política y cultura) y lo privado (la familia) y que el rol que tiene en el ámbito privado es tan importante para el funcionamiento social como el público. La familia es también una unidad de producción de bienes y servicios.
En estas tres nuevas áreas de demandas feministas surgen las reivindicaciones concretas que centran las movilizaciones: el derecho al aborto; la paridad como forma de terminar con la jerarquía hombre/mujer y el poder masculino; y la exigencia de que el trabajo doméstico y los servicios que hacen las mujeres en el hogar sean reconocidos y compartidos. Muchas de estas demandas son incorporadas a la agenda de los poderes públicos que comienzan a implementar políticas específicas. Sin embargo, en muchos casos esta incorporación a la agenda pública no ha hecho que las actuaciones cambien efectivamente la realidad. Las estadísticas siguen mostrando que existe discriminación hacia las mujeres.

¿Ha desaparecido el movimiento feminista? Quizás conviene comenzar por recordar que un movimiento social no es un partido político o una organización que mantiene su existencia independientemente del grado de participación, movilización o acceso a los medios de comunicación..

Si comparamos las distintas oleadas feministas lo que tienen en común sus demandas es que se basan en la constatación de que el sexo biológico se convierte en género social. Es decir, el hecho de ser mujer no es sólo un fenómeno biológico; sobre la biología se le construye un rol social y unos ámbitos de participación que constituyen su género. A este género se le asigna un estatus inferior que se traduce luego en la discriminación. Las sociedades y su organización social, económica y cultural ha cambiado históricamente. Sin embargo, en cada caso se ha mantenido esta jerarquía entre los géneros y esta discriminación. Por eso el feminismo reaparece a través del tiempo. Como la expresión en cada período histórico es diferente, las mujeres se han encontrado con discriminaciones de diferente tipo y en cada uno de los períodos de "resurrección" del feminismo se plantean reivindicaciones específicas.
Existe un movimiento de mujeres que es más amplio que el movimiento feminista. Esto es verdad. Pero no se puede olvidar que las conquistas de las mujeres han estado asociadas a la movilización feminista. Si hoy muchas mujeres no feministas o antifeministas tienen derechos políticos y pueden realizar otras actividades en el mundo público, es porque otras mujeres, las feministas lucharon por ello, en algunos casos dejando su vida en el camino.

Si algo queda claro, al contemplar la realidad actual, es que a pesar de los logros conseguidos por el movimiento feminista, desde sus orígenes allá por la Revolución Francesa y la reivindicación de la Ilustración de los derechos de igualdad y de libertad, pero en los que no se incluía a la mujer, aún hoy no se ha llegado a una igualdad plena de derechos para hombres y mujeres, y se siguen observando posiciones de desventaja para la mujer en diferentes ámbitos, tanto en el plano laboral como en el doméstico.

El feminismo tomó diversos rumbos, dependiendo del elemento de desigualdad al que se diera mayor relevancia; así el feminismo liberal ponía énfasis en la división del trabajo atendiendo a razones de sexo, que dejaba peor parada a la mujer, ya que la esfera pública de autoridad y de ventajas, e indirectamente de acceso a educación y oportunidades, y por tanto de reproducción cultural, se limitaba al hombre.

Por su parte el feminismo socialista, dentro de la corriente marxista denunciaba que las desigualdades entre hombres y mujeres estaban íntimamente ligadas con la existencia de una serie de instituciones de carácter cultural, pero atendiendo y diferenciando entre distintas clases sociales a las que las mujeres puedan pertenecer, ya que los problemas que las afecten en cada caso no serán los mismos, es decir que las mujeres son una subclase dentro del sistema de clases; en los últimos tiempos esta corriente ha centrado su interés en el análisis de cuestiones concretas como fuentes de desigualdad, como es el posicionamiento de las mujeres en ciertos ámbitos: la clase trabajadora, la reproducción, la sexualidad, los procesos de socialización; y proponiendo ciertas soluciones: reivindicación del lesbianismo como un derecho, la fecundación artificial, lo que supondría una "maternidad sin hombres", o la lucha por llegar a una sociedad asexuada, en la que no haya una socialización que asigne roles en función del sexo. El feminismo radical reta a la dominación patriarcal del hombre, mediante la cual controla y tiene sometida a la mujer.

 La consolidación de la ideología feminista como tal se produce en Mayo del 68, donde se intentará redefinir las relaciones de poder.

Se defiende que la consecución de la liberación económica conducirá inexorablemente a una liberación social. Empieza a vislumbrarse el modelo de mujer independiente, que se labre su propio futuro.

Una de las principales características del feminismo como tal, es que, a pesar de haber ido evolucionando y tomando diferentes posturas, los logros anteriores no se pierden. Actualmente se reivindican más una serie de valores, como la recuperación de la sensibilidad o del razonamiento femenino que sitúen a la mujer en un lugar central, que objetivos materiales, pero esto se hace sobre la anterior base de metas alcanzadas, (esta postura recibe el nombre de feminismo postmoderno). La pretensión de conseguir reformas graduales en las instituciones, anteriormente reivindicadas desde fuera del sistema, ahora defiende hacerlo desde dentro.
  La teoría feminista es, ante todo y por definición, una teoría crítica de la sociedad. En palabras de Celia Amorós, una teoría que irracionaliza la visión establecida de la realidad. Amorós nos recuerda la raíz etimológica de teoría, que en griego significa ver, para subrayar el que es el fin de toda teoría: posibilitar una nueva visión, una nueva interpretación de la realidad, su resignificación. La teoría, pues, nos permite ver cosas que sin ella no vemos, el acceso al feminismo supone la adquisición de una nueva red conceptual, "unas gafas" que nos muestran una realidad ciertamente distinta de la que percibe la mayor parte de la gente. Y tan distinta, porque donde unos ven protección y caballerosidad hacia las mujeres otras vemos explotación y paternalismo, donde unos observan que "en realidad las mujeres gobiernan el mundo" otras vemos la feminización de la pobreza y la dolorosa resignación con que las mujeres aceptan todavía lo que se hace pasar por su destino. Efectivamente, una de las cuestiones centrales que tiene que afrontar el movimiento feminista es el hecho claro de que muchas mujeres no aceptan la visión feminista de la realidad. Tal y como lo enunciara Mary Wollstonecraft hace ya más de dos siglos, el hecho de que las mujeres parecieran dedicarse más a sacar brillo a sus cadenas que a tratar de sacudírselas.

En esta cuestión el feminismo coincide con los otros movimientos sociales, ya que como han puesto de relieve los nuevos enfoques los movimientos no se explican sólo como respuestas colectivas a conflictos manifiestos o desigualdades estructurales, sino que buena parte de su sentido y acción se dirige a mostrar, explicar, hacer explícito o visible ese conflicto para la opinión pública. Así, por ejemplo, el movimiento ecologista trata de problematizar situaciones que, como la destrucción de los recursos naturales o el maltrato a los animales continúan definiéndose como naturales, inevitables o consustanciales al rango superior y al progreso de la especie humana. En este sentido preciso todos los movimientos suponen la subversión de los códigos culturales dominantes. Pero, tal vez la peculiaridad del feminismo resida en lo que ya señalara Kate Millett, en que el feminismo desafía el orden social y el código cultural más ancestral, universal y arraigado de los existentes en sus diversas manifestaciones

  La ideología patriarcal está tan firmemente internalizada, que sus modos de socialización son tan perfectos que la fuerte coacción estructural en que se desarrolla la vida de las mujeres presenta para buena parte de ellas la imagen misma del comportamiento libremente deseado y elegido. Estas razones explican la crucial importancia de la teoría dentro del movimiento feminista, o dicho de otra manera, la crucial importancia de que las mujeres lleguen a deslegitimar "dentro y fuera" de ellas mismas un sistema que se levanta sobre el axioma de su inferioridad y su subordinación a los varones. La teoría feminista tiene entre sus fines conceptualizar adecuadamente como conflictos y producto de unas relaciones de poder determinadas, hechos y relaciones que se consideran normales o naturales, en todo caso, inmutables. Aquéllos de los que se suele afirmar que "siempre ha sido así y siempre lo será", en expresiones tales como "la prostitución es el oficio más viejo del mundo" o "los hombres siempre serán hombres  y eso no hay quien lo cambie". La teoría feminista indaga en las fuentes religiosas, filosóficas, científicas, históricas, antropológicas, en el llamado sentido común, etc. para desarticular las falsedades, prejuicios y contradicciones que legitiman la dominación sexual. Este auténtico proceso de liberación cognitiva, este cuestionamiento de la realidad patriarcal puede analizarse como una sucesión de pasos o momentos teóricos y prácticos, colectivos e individuales. En un primer momento hay que definir una situación como problemática, injusta e ilegítima, es un segundo momento habría que encontrar las causas de esta situación, sean culturales, económicas, etc., o establecer lo que se ha denominado la "atribución de la responsabilidad". En un tercer momento el feminismo ha de ser capaz de articular propuestas alternativas: no sólo hay que definir una situación como injusta hay que difundir también la conciencia de que es posible cambiar la sociedad y, en última instancia, universalizar esta conciencia, desarrollar la imaginación feminista suficiente como para hacer irrenunciable esa sociedad nueva, para mostrar cómo todos los seres humanos se beneficiarán del cambio. Y respecto a esta última afirmación podemos añadir que mantener que todos los seres humanos se benefician de un cambio no está en contradicción con que algunos colectivos pierdan privilegios, porque obviamente los varones pierden y perderán numerosos privilegios ilegítimos según avance el feminismo. El fin de este proceso, si es que tiene fin, porque como ha señalado Amorós los pactos patriarcales son metaestables, es decir, susceptibles de transformar continuamente sus formas de dominación, tan distintas las de hace dos siglos de las de ahora, tan distintas en las diferentes culturas, pero siempre tan eficaces- tiene como resultado lo que se ha denominado la "liberación cognitiva", la puesta en tela de juicio de principios valores y actitudes aprendidos e interiorizados desde la infancia, y, por supuesto, el paso a la acción, tanto individual como colectiva. El triunfo del feminismo requiere conjugar ambos tipos de acción para poner fin a la doble reproducción del sistema patriarcal, dentro y fuera de las personas, en el espacio público y en el privado, para romper la implacable dinámica de refuerzo mutuo que se da entre las prácticas de la vida cotidiana y las macroestructuras económicas, políticas e ideológicas.  

  El Caso Latinoamericano, por otra parte ha sido descrito el feminismo como "engendrador de democracia", el movimiento feminista latinoamericano se ha desarrollado en los últimos quince años, basado en cientos de novedosas formas de auto-organización y trabajo en redes. Es indudable que el movimiento ha contribuido a ampliar el escenario social, enriquecer la sociedad civil y abrir nuevos horizontes en la vida de las mujeres. En este proceso en Latinoamérica, son reconocidas tres corrientes fundamentales. La primera, mujeres que han militado en la izquierda política y han cuestionando su posición, creando organizaciones autónomas. Otra Corriente está conformada por mujeres que pasaron de su papel tradicional a la esfera publica, y una tercera configurada por las del sector político formal, partidos y sindicatos en permanente cuestionamiento de la legitimidad masculina en estos escenarios.

El movimiento ha tenido que florecer bajo regímenes autoritarios y dictatoriales, y por esa misma razón, ha demostrado ser clave en los procesos de recuperación democrática. Quizás, por la misma causa, la relación de las agrupaciones femeninas y el Estado, en Latinoamérica suele ser contradictoria y compleja. Estas diferencias no solo se expresan al interior del movimiento feminista, sino también en las dificultades inherentes a los patrones de diferenciación genérica, predominantes en la región. Y ante todo refleja los profundos cambios que experimenta la figura de Estado en América Latina en este momento histórico.

El activismo feminista, no ha alcanzado a llegar a las estructuras políticas, y si ha llegado no ha visto claros y grandes avances en la solución de sus problemas concretos, esto basado, principalmente en contradicciones propias del movimiento, por una parte las ideologías predominantes al interior del movimiento, con claro corte marxista, que considera al estado como un enemigo al que hay que conquistar, ya que representa lo mas puro de la dominación patriarcal , siendo esta desde mi punto de vista una visión extrema, ya que no se toman en cuanta las complejidades del Estado, que no es monolítico, sino mas bien presenta una serie de grietas y contradicciones, que muchas veces lo hacen tremendamente susceptible. La otra corriente está compuesta por mujeres "feministas autónomas" que desean trabajar en el Estado. A estas mujeres de una u otra forma las primeras, las consideran que abandonaron el movimiento y se produce un conflicto de poder, que no ha sido resuelto al interior del movimiento feminista.

Sin embargo, lo importante de lo anteriormente señalado, dice relación con que , si bien durante el ejercicio de la ciudadanía femenina, las mujeres han puesto en evidencia el cuestionamiento entre la división de lo publico y lo privado, la esfera publica donde se toman las decisiones, sigue estando en manos masculinas, de modo que la brecha en Latinoamérica entre la democracia participativa y la democracia representativa, se ha hecho claramente evidente, al igual que en nuestro país.

Todo lo anterior, refleja un hecho alarmante; aunque la democracia es, sin lugar a dudas, el terreno más fértil para el desarrollo y la consolidación de nuevas practicas sociales y políticas, y para el propio movimiento feminista. No necesariamente implica un cambio en los acuerdos que hoy rigen en las relaciones de genero, por lo tanto es necesario recordar, como plantea Jaquette, que las mujeres no son "naturalmente" conservadoras, ni "naturalmente" democráticas. Su apoyo a la democracia dependerá de la calidad de vida política fomentada por las mismas democracias y el espacio que ellas generen, y de su respaldo al proceso de eliminación y modificación de la condición de subordinación de la mujer (Jaquette 1989)
  En este momento, el movimiento femenino ha reconocido de una u otra forma que vincularse con el Estado en una posición de mayor apertura, sin duda abre y mejora los canales de dialogo, en pos de la integración del movimiento femenino en la discusión y análisis de las políticas publicas que las afectan, sin embargo, el movimiento feminista vuelve a enfrentarse a una nueva paradoja, si, bien reconoce la necesidad de los espacios de Dialogo; los Estados Latinoamericanos se encuentran enfrascados en profundas crisis de identidad, están redefiniendo su posición entre benefactor, o populista y, además el Estado a perdido legitimidad para responder a las necesidades más apremiantes de la población.

Entre la población se generaliza cada vez mas la desconfianza en un sistema político cada vez menos capaz de representar los múltiples intereses plurales de la sociedad. Estados débiles , que no superan sus rasgos autoritarios, patrimoniales y patriarcales, que carecen en la mayoría de los casos de la generosidad y recursos para hacerse cargo de las demandas y propuestas hechas por las mujeres y otros sectores oprimidos, lo que contribuye a ser mas evidente el histórico divorcio entre la sociedad y el Estado.

América Latina se ha empobrecido, y dentro de este empobrecimiento quien mas se ha empobrecido son las mujeres, no en vano se habla del fenómeno de Feminización de la Pobreza, y dentro de este empobrecimiento surge una nueva paradoja, la búsqueda constante de la democratización de los procesos, de la participación política, la búsqueda de la consolidación de la ciudadanía política. Esta contradicción en nuestra América Latina revela desde hace mucho la falta de articulación entre la democracia social y la política.

En este terreno ambiguo y paradójico es donde las mujeres debemos buscar nuestros espacios de poder, tratar de encontrar una relación diferente con el estado y diseñar propuestas publicas que consideren la opinión femenina, paradójico es en el caso Chileno que la discusión y decisión respecto a la Ratificación del protocolo de la Convención de eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer sea tomado en el senado solo por "hombres"

Derivado de esto, la importancia de establecer puentes y canales de unión y solidaridad entre grupos de mujeres y buscar la presencia femenina en el Estado, y el espacio político.

Los desafíos para esto pasan por encarar la Relación de las Mujeres con el Poder , a juicio de Natacha Molina, "invertir la cultura del no-poder y fortalecer la capacidad de dialogo y de propuesta dirigida a la esfera publica desde los diferentes espacios y corrientes del movimiento"; reconocer los esfuerzos que algunas mujeres desde el centro de los bastiones masculinos de poder (los partidos políticos y el gobierno) continúan haciendo para abrir los débiles canales de que disponen a favor de las políticas femeninas; generar las condiciones para la celebración de un pacto entre mujeres que, basado en el respeto a las diferencias, encuentre un mínimo común denominador democrático, fortalecer la capacidad de negociación con los mas diversos sectores, aun sabiendo que nuestro América Latina tiene una historia cultural democrática mas bien débil, , y siendo consciente que el proceso de incorporar nuevos temas, actores, en este caso mujeres, que desde sus distintos campos de acción implica fortalecer nuestra propia cultura democrática.

  Señalar como ultimo punto que no solo las leyes o el reconocimiento de nuestros derechos pueden modificar las múltiples situaciones opresivas que enfrentan las mujeres. El Movimiento femenino trastorna demasiados bastiones de poder y demasiados intereses políticos, sociales y personales. No basta hacer política de una forma diferente. Nuestros espacios autónomos no son suficientes, como tampoco es suficiente participar en el juego político, en donde el riesgo de seguir estando subordinadas es concreto y real

Solamente una respuesta basada sobre el respeto y la tolerancia, capaz de unir y no de excluirlos, nos permitirá ganar mas espacios democráticos para la próxima generación femenina.

BIBLIOGRAFIA

Molina Natacha : " La dificil relación entre Estados Y Mujeres" Transiciones, Revista Isis Internacional 1991

Feijoo María del Carmen, Compiladora "Mujer y Sociedad en America Latina" Buenos Aires Clacso 1991

Virginia Vargas, y otras , Triangulo de Poder

Kirkwood Julieta " Escritos Femeninos"

Amorós,C "Mujer Participación, cultura politica y Estado" Argentina 1990.

Jaquette; Jane " The Women’s Movement im Latin America. Feminism and the Transitión to Democracy " Boston MA Unwin Hyman,1989



Autora:

Ximena Briceño Olivera

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