miércoles, 17 de septiembre de 2014

808.- Cagódromo Margaret Thatcher


Cagódromo Margaret Thatcher

Por David Torres

Está muy bien que hayan dedicado en Madrid una plaza a Margaret Thatcher, más que nada para que los perros puedan cagar a su aire. En homenaje al apellido colocado en la placa, las mierdas camparán a lo largo y lo ancho de la plaza; yo creo que los dueños deberían esforzarse un poco e intentar dibujar con una bonita caligrafía de moñigos MARGARET. A lo mejor me equivoco y la han puesto ahí para otra cosa, aunque no sé yo para qué íbamos los madrileños a homenajear a una señora que dedicó su vida a defender el apartheid, a mandar al paro a los mineros, a ayudar a un dictador genocida a ponerse el dodotis y a joder la capa de ozono a base de laca.

Por tradición, Madrid es una ciudad que no se caracteriza precisamente por su higiene. Muchos madrileños todavían se piensan que sus perros son más inteligentes que ellos y van por las aceras sin ningún pudor, dejando tarjetas de sí mismos. Para los gorrinos más recalcitrantes, la plaza podría ser una especie de El Álamo, un último reducto donde luchar por sus principios, un vertedero donde dejar la mierda a la altura de su ideología y viceversa. Yo acostumbro a recoger las cacas de mi perra en una bolsa que luego deposito en una papelera. Es un ejercicio de humildad zen y conciencia ciudadana, aunque otros prefieren depositar una papeleta en una urna, eso va en gustos. Más de veinte años de PP en la alcaldía y en el gobierno autonómico demuestran que en la capital no le hacemos ascos a nada. Más bien el asco nos hace a nosotros.

Conste que yo no llevaría jamás a mi cocker a cagar a una plaza dedicada a Margaret Thatcher: mi perra no se merece esa humillación, pobrecita. En cambio, la Dama de Hierro ha sido la guía y la musa de dos de las principales mujeres de la política madrileña, Esperanza Aguirre y Ana Botella, aunque en realidad al hierro, lo que se dice al hierro, ninguna haya llegado todavía. Una es más bien de aluminio y la otra de alambre, y ambas alcanzaron el poder por carambolas sospechosas: una gracias a dos tránsfugas que se cagaron limpiamente en la voluntad popular y otra por el capricho del anterior propietario, que se cansó de jugar con hormigoneras.

Es cierto que este artículo me está quedando muy escatológico, pero cuando se habla de Margaret Thatcher hay que ponerse a su altura y plantar el pino bien gordo, como hizo ella con la justicia, la economía, los sindicatos y los derechos de los trabajadores. Para ser ecuánimes, la verdad es que debería haberlo escrito en papel higiénico. Quienes piensan que este texto es una vergüenza y una falta de respeto es que no entienden la vergüenza y la falta de respeto que supone que te cague encima con una relaxing cup of shit la misma gente que presume de patriota mientras olvida a sus héroes, sus músicos y sus poetas, y le practica un cunilingus post mortem a una guiri que se hacía la permanente con el Peñón de Gibraltar.








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