viernes, 20 de marzo de 2015

867.- Cinco síntomas de que el proyecto educativo de Wert vuelve al siglo XIX



Cinco síntomas de que el proyecto educativo de Wert vuelve al siglo XIX


Los planteamientos de la Escuela Moderna, fundada en 1901, lograron desmontar una enseñanza catolicista y desigual que el actual Ministerio de Educación está resucitando. La pedagogía libertaria de Francesc Ferrer i Guàrdia es el telón de fondo de la última novela de Màrius Mollà, 'El maestro'.


ANNA FLOTATS 

MADRID.- Hace más de un siglo, en el año 1901, nació en un piso de la calle Bailén de Barcelona un centro educativo de enseñanza mixta y anticlerical. Hasta 1909, la Escuela Moderna promovida por el pedagogo y librepensador Francesc Ferrer i Guàrdia escolarizó a más de un centenar de niños y niñas. Instauró la coeducación y cambió las enseñanzas religiosas por las científicas y humanistas. En esta revolución educativa y laica se enmarca la última novela de Màrius Mollà, El Maestro (Ediciones B), que cuenta la historia de un profesor recién instalado en una comunidad de leñadores del Montseny que pone en práctica los principios pedagógicos de la Escuela Moderna.

Los sectores políticos y católicos más conservadores, temerosos al sentir amenazados sus intereses, no pararon hasta que vieron cerradas las aulas del centro. Sin embargo, los postulados de Ferrer i Guàrdia siguieron vivos incluso después de su muerte (fue fusilado acusado sin pruebas de haber instigado la Semana Trágica de Barcelona) en escuelas de Madrid, Sevilla, Córdoba, Granada, Mallorca y en centros de Portugal, Suiza y Brasil. Incluso corrientes pedadógicas como Montesori en Italia o Waldorf en Alemania bebieron de sus ideas.


Ferrer i Guàrdia quiso romper con una "vieja enseñanza", como él decía, que sentía alejada de las necesidades de la sociedad. Hoy, superados los programas educativos de entonces —enfrentados con la ciencia y centrados en dogmas y figuras supranaturales— también existe "una vieja enseñanza" que, según Mollà, "hay que replantearse". 

Público analiza cinco logros de la Escuela Moderna —referente de futuros y reputados pedadagogos— que el sistema que fomenta el ministro José Ignacio Wert está poniendo en riesgo.



1. La coeducación de ricos y pobres

Ferrer i Guàrdia abogaba por "la inocente igualdad de la infancia por medio de la sistemática igualdad de la escuela racional" con el objetivo de acabar con la dominación de clase. Sin embargo, ahora se reproduce algo parecido: "El tipo de escuela está fijando el tipo de alumno y de familia, dependiendo de la ubicación geográfica y de la confesionalidad", sostiene Mollà. Además, el aumento de ayudas estatales a los centros concertados (a los que asiste el 25% de los escolares) va en detrimento del apoyo a la escuela pública. "Parece que la casta nos distingue, estamos dentro o fuera", sigue Mollà, quien sostiene que estas "trabas" demuestran que la coeducación de clases es todavía un reto. 


Ferrer i Guàrdia.



​2. La educación mixta

Los colegios que separan a niños y niñas no sólo siguen existiendo, sino que reciben financiación pública, a pesar de que el Tribunal Supremo haya emitido seis sentencias en contra de estas subvenciones. Wert apuntala su defensa de la educación segregada en la Convención de la UNESCO, que no la considera discriminadora en ningún caso. Aun así, ese documento data de 1960. "Es un sinsentido que esa idea antipatriarcal que la Escuela Moderna promulgó para romper con las desigualdades entre hombres y mujeres siga teniendo representación e incluso el beneplácito del sistema", lamenta Mollà. 



3. La religión, fuera de las aulas

La Escuela Moderna no era contraria a que la religión estuviera en la base de la enseñanza, pero consideraba que debía estar fuera de la escuela. Tras la dictadura franquista y la Transición, los crucifijos empezaron a descolgarse de las paredes de las aulas mientras entraban en ellas los libros de Educación para la Ciudadanía, una materia troncal que enseñaba valores sociales como la igualdad, la solidaridad o la defensa de los derechos humanos. La reforma de Wert eliminó esta asignatura y la convirtió en la alternativa a la resucitada clase de Religión durante la Primaria y la ESO. Su contenido, evaluable y publicado en el BOE hace unas semanas, no ha sido elaborado por el Gobierno, sino por la Iglesia. "Es un paso atrás clarísimo porque volvemos a mezclar lo que ya habíamos conseguido separar", valora Mollà. "La Iglesia ya tiene herramientas para llegar a la sociedad, no debe meterse en la educación", considera. 



4. Educación sin premios, castigos ni exámenes

"En la Escuela Moderna no hay premios, ni castigos, ni exámenes en los que hubiera alumnos ensoberbecidos con la nota de sobresaliente, medianías que se conformaran con la vulgarísima nota de aprobado ni infelices que sufrieran el oprobio de verse despreciados por incapaces". Es el 11º principio básico de la Escuela Moderna, aunque Mollà puntualiza que de lo que huía la pedagogía de Ferrer i Guàrdia era de las calificaciones relacionadas con exámenes de pura memorísitica, que "estresan al alumno y le predisponen al fracaso". La Escuela Moderna, cuenta, puntuaba cuestiones distintas, como la "responsabilidad individual, la responsabilidad colectiva, la ética o el interés del alumno por aprender".



Actualmente, y con la excepción de Infantil y Primaria, los profesores viven sometidos a los currículos por la presión de evaluaciones externas como la Selectividad o PISA. Y por si estas no fueran suficientes, la ley Wert ha implantado una prueba de evaluación final que recuerda a las reválidas y que servirá para conseguir el título de cada ciclo no universitario. Lejos de estas pruebas queda el lema de la Escuela Moderna "Ayúdame a pensar" y su convencimiento de que "la educación no es saber hacer cosas, sino entenderlas".



5. Profesores formados y con un sueldo digno

Al margen de los recortes en Educación, que según los sindicatos han dejado a la escuela pública con 20.000 profesores menos, Mollà advierte con preocupación de que otro problema es que España aún no ha conseguido hacer "ambicionable" la profesión de maestro. "Somos tan incapaces de buscar profesores buenos como de castigar a los malos", opina el autor de El Maestro, que señala la necesidad de "renovar todo el patio de profesores". Mollà insiste en que si no cambia la educación, tampoco cambiará la sociedad y, aunque celebra la movilización de gran parte de la comunidad educativa contra la deriva del sistema, lamenta: "Todavía hay más gente que dice que hay que cambiar las cosas que gente que las esté cambiando".





El ministro de Educación, José Ignacio Wert, y la secretaria de Estado, Motserrat Gomendio, en una imagen de archivo. EFE

Las claves del modelo europeo de universidad que no cuenta Wert


Educación defiende que su nuevo decreto acerca España a Europa, pero esconde que nuestro país es el sexto de los 33 estados europeos con las titulaciones más costosas. El ministerio quiere copiar el sistema de Reino Unido, obviando que sus alumnos acaban endeudados de por vida, o el de Alemania, donde estudian gratis o pagan matrículas ínfimas.



P. DÍAZ / A. FLOTATS 

MADRID.- Homogeneizar los estudios españoles con los del resto de Europa. Ese es el argumento con el que el Ministerio de Educación ha justificado su Decreto 3+2, que permite a las universidades ofertar grados de 180 créditos y másteres de 120, cuando hasta ahora los grados tenían que ser de al menos 240 créditos y los másteres, de 60. Aunque en términos generales, es cierto que buena parte de los países tienen un sistema universitario en que los estudios de grado constan de tres años y se complementan con un máster de dos, también es verdad que no todos los países son comparables en términos absolutos. Y es que el precio de la Educación Superior varía —y mucho— entre unas regiones y otras.

De hecho, según el estudio El coste de estudiar en Europa del Observatori del sistema universitari, en nuestro país "estudiar un máster es bastante más caro que estudiar un grado" mientras que "en la mayoría de los países europeos (unos 20) el precio máximo de los estudios de máster es el mismo que el de los estudios de grado". En concreto, el precio máximo de un curso de máster es un 67% más caro que el de grado, según el citado informe.


A ello se une, además, que España cuenta con uno de los sistemas universitarios más caros de Europa. Sólo Portugal, Holanda, Italia, Irlanda y Reino Unido nos superan en cuanto al coste de lo que un estudiante paga cada curso. A paridad de poder adquisitivo, aclara el Observatori, "España se convierte en el sexto país donde los precios máximos de los estudios de grado son más caros de los 33 estados europeos, detrás de Reino Unido (excepto Escocia), Eslovenia, Irlanda, Hungría y Letonia", señala el informe.

En 2006, cuando se implantó el plan Bolonia, todos los países eligieron el sistema 3+2. Sólo España, Chipre, Turquía, Armenia, Kazajistán o Georgia eligieron en su momento el 4+1. Incluso los rectores que ahora se han rebelado contra la reforma del titular del ramo, José Ignacio Wert, protestaron en su día por esa opción. La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), puntualiza ahora, sin embargo, que no es contraria al 3+2, sino al "momento decidido para implantarlo, cuando aún están saliendo los primeros graduados", explica a Público un portavoz de la CRUE. 

Gomendio: "Optar a un máster es una elección voluntaria a la que sólo accede el 20% de los universitarios" 

La secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, defendió la medida en una reciente entrevista asegurando que, en realidad, no se trata de un "3+2, sino de un 4-1". "En el máster ya existía esta flexibilización, eso no se ha modificado; lo que sí hemos hecho es permitir que las universidades puedan reducir los años de grado", aseguró. Además, optar a un máster es una "opción voluntaria" a la que sólo accede en la actualidad "un 20% de los universitarios", recordó. Lo que no explicó es que, en caso de que se quiera acceder a un doctorado sí será necesario cumplir con los cinco años. 

La comunidad educativa (sindicatos de profesores, alumnos y asociaciones de padres y madres) han manifestado que, en cualquier caso, quien opte por cursar sólo un grado de tres años no podrá optar a empleos de calidad. De este modo, para obtener una formación superior real y mejorar el currículum, los estudiantes deberán pagar también el máster. ¿El gran problema? El precio de un máster triplica al de un grado. "Mientras el precio medio del crédito de un grado ronda los 20 euros, el de máster es de unos 60", aseguran PSOE, IU, CCOO, UGT, CSI-F, STES, Sindicato de Estudiantes, Ceapa y la CRUE. 

Sin embargo, el ministerio hace oídos sordos a la comunidad educativa y sigue repitiendo su argumento estrella: que el nuevo decreto pretende equiparar a España con países como Reino Unido o Alemania, cuyas universidades aparecen en los ránkings de excelencia. Pero Wert y Gomendio olvidan agregar, por ejemplo, que los alumnos británicos acaban endeudados de por vida para devolver sus préstamos universitarios y que los alemanes estudian gratis o pagan matrículas extremadamente baratas.

Entre los  33 estados europeos, España es el sexto país donde los precios máximos de los estudios de grado son más caros, detrás de Reino Unido Eslovenia, Irlanda, Hungría y Letonia
En Reino Unido, que se sitúa detrás de España en la clasificación, "estudiar un máster es bastante más caro que estudiar un grado" mientras que "en la mayoría de los países europeos (unos 20) el precio máximo de los estudios de máster es el mismo que el de los estudios de grado". Tras una reforma emprendida por el ex primer ministro Tony Blair —que encareció las tasas más de un 20% en 2012, pese a la revuelta estudiantil—, los alumnos deben hacer frente a un préstamo de bajo interés para estudiar un grado. Según un informe del Instituto de Estudios Fiscales (IFS, por sus siglas en inglés) la mayoría de los estudiantes universitarios de Inglaterra y Gales (en Escocia es gratuito) terminará su carrera con una deuda  de unos 65.000 euros. Ello implica que un graduado con un salario promedio deberá pagar unos 2.000 euros al año hasta que cumpla los 50 años. El salario promedio —teniendo en cuenta el índice de inflación de 2014 (1,6%)—, según el estudio, es de casi 42.000 euros al año para alguien de 30 años; 50.000, para los 40 años; y 59.000, para los 50.

En Alemania, en cambio, la tarifa de matrícula es muy baja en comparación con otros países e incluso muchas de las universidades son gratis. Allí, son financiadas por el Gobierno y los Landers (Estados federales) que deciden si cobran o no. Bayern, Hamburgo, Baja Sajonia y Nordrhein-Westfalen cobran derechos de matrícula; el resto, no. En España, en cambio, el precio mínimo de la matrícula para los estudios de grado "está muy por encima de 700 euros y el máximo supera los 2.600", señala el Observatori. 

Austria, Finlandia, Noruega, Suecia o Grecia tienen también sistemas gratuitos, así como Dinamarca (aunque sólo para estudiantes a tiempo completo) o Chipre, Escocia y Malta (que sólo lo tienen para los estudios de grado). Además, según un estudio de Eurydice (38 países que en su mayoría forman parte de la UE), "muchos de los países con gratuidad en los estudios ofrecen a sus universitarios importantes ayudas financieras en forma de becas". De hecho, todos lo hacen a excepción de Islandia y Montenegro, donde existen préstamos pero no becas, según el Observatori. En España, la inversión en becas lleva dos años sufriendo recortes. Los 1.483 millones de euros que destinó en 2012-2013 se quedaron en 2013-2014 en 1.408. El tijeretazo, de 75 millones de euros, supuso una caída del 5%.








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