lunes, 22 de septiembre de 2014

810.- Empieza la subasta de mujeres: ¡Hagan apuestas!


Empieza la subasta de mujeres: ¡Hagan apuestas!

Por Nazanín Armanian

Con motivo del 23 de septiembre, Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños.

Nangarhar, milenaria urbe budista, Afganistán. Una joven se cubre el rostro con las manos. Está colocada encima de un podio. Las decenas de hombres que la rodean y tocan, gritan. No van a colgarle una medalla de campeona, tampoco van a lapidarla por no llevar burka: están pujando por ella, le han arrancado el velo para evaluar el precio de la mercancía subastada “al desnudo”. El vendedor, su marido, pone un precio inicial de 6.500 rupias, unos 50 euros. Si tuviera 9 o 10 años, podría recibir por ella hasta 3.000 euros en el mercado de objetos de primera mano.

Bibi Zivar, La Dama del Ornamento en la lengua dari, una joven envejecida, empobrecida y maltratada cuenta cómo funciona esta forma de trata de mujeres: con tres hijos fue repudiada por su esposo y forzada a casarse con su cuñado, quien la vendió junto con dos hijas (él se quedó con el hijo varón) por unos 1.000 euros a un pakistaní cuando ella cumplió 40 años. Después de 17 años de matrimonio, el marido se ha cansado de Bibi. ¿Y ella se cansó de él?

El estigma de haber sido vendidas o entregadas en trueque por una vaca, una moto o algo de opio, impide que ellas regresen a la casa paternal, y si otro hombre no puja por nuestra Bibi no tendrá donde caerse muerta, literalmente.

Cientos de afganas se suicidan, quemándose a lo bonzo, por los matrimonios de esta clase. La intervención de EEUU en el país, desde la década de 1980, ha destruido a las fuerzas progresistas, fortaleciendo a los caníbales señores de la guerra y a los A- qaedistas, mientras la invasión “liberalizadora” de la OTAN ha generado el fenómeno  “novias de la droga”, uniendo el comercio de ambos productos en un mismo pack, poniendo además  el último clavo al ataúd de los derechos humanos en este país. Los asaltos sexuales de las mismas fuerzas del ISAF contra las afganas han sido tales que se les ha prohibido salir de las bases durante el tiempo libre. También fue objeto de investigaciones el hecho de que los soldados de la Fuerza de Estabilización de la OTAN (SFOR) desplegada en Bosnia y Herzegovina fuesen los principales clientes de las mujeres extranjeras que “aparecían” enmedio de la agresión militar a Yugoslavia.

El comercio de mujeres como esclavitud moderna resulta más rentable que la antigua: la inversión se amortiza en un periodo más corto (una mujer atenderá hasta a 50 hombres por día, a base de palizas, chantajes y drogas) y una vez sacado el mayor provecho de ella, será reemplaza por otras: la pobreza de muchos, si no fuese tan rentable para la oligarquía internacional, ya estaría prohibida.

El crimen organizado es asombrosamente organizado, justo por sus conexiones políticas, sino ¿cómo un traficante podría romper decenas de leyes a su paso, desde secuestrar a una mujer hasta entregarla en la otra punta de una región o del mundo? En uno de los campos de refugiados de Nepal, 35 adolescentes y niñas refugiadas  desaparecieron en 2002. ¿Por qué la organización no emplea a mujeres para atender a las refugiadas? En el campo de Soleymanieh, Turquía, una mujer y dos de sus hijas fueron violadas por unos 20 “rebeldes” armados. Ella se suicidó.

Rasgos locales del turbio negocio

Las causas estructurales de la mercantilización del cuerpo de la mujer en Oriente Próximo y Asia Central son muy complejas. Allí, los inmensos recursos naturales se mezclan con las profundas injusticias sociales, un capitalismo salvaje que integra todo lo funesto de los anteriores sistemas  feudal y tribal; unas tradiciones gestionadas y mantenidas por hombres conservadores en su propio beneficio; dictaduras religiosos y/o militares que han asaltado, desde hace tres décadas, las pocas conquistas sociales de las mujeres del siglo pasado; la lentitud de los cambios sociales, las invasiones militares de Occidente que han destruido estados enteros y, con ellos, puestos de trabajo, la estabilidad familiar y sus valores, el tejido y la estructura social. Todo ello ha hecho disparar la demanda del sexo pagado: las guerras imperiales son la suma de todas las crueldades inventados por el ser humano, convirtiendo a millones de mujeres en esclavas sexuales legales, alegales e ilegales.

Hay maneras ingeniosas de llevar a cabo la trata muy parecidas a las chicas trokosis “esposa/esclava de dios” en  Gana, Benin, Togo o Nigeria: niñas entregadas a los hombres de Dios, a cambio del perdón por los pecados cometidos por los padres o las deudas contraídas. Increíble el abuso del poder sobre las menores por los adultos. Ellas, durante un largo tiempo, hacen de criadas y esclavas sexuales del sacerdote de turno hasta que éste las deja libres (¿para tener a otra en su lecho?) con un rito religioso como guinda.

Así son las fórmulas especiales, legles, alegales e ilegales de este negocio en la región mundial del Oro Negro:

- Un hombre, tras pedir la mano de una muchacha a su padre, debe pagar Sedaq o Mehr  (mal traducidos en castellano como “dote”) como “regalo” obligatorio del novio a la futura esposa, cuya cuantía no negocia con ella sino con su “tutor” varón, figura imprescindible en las leyes de casi todos los países musulmanes de la región para que la mujer pueda realizar un sinfín de gestiones, aunque tenga 50 años y sea astronauta de profesión. Este concepto representa el valor de ella en el mercado del matrimonio de “cásate y sé sumisa”. Esta cuantía dependerá del estatus social de la joven y su virginidad, edad, belleza, nivel de estudios, etc. Sin especificar esta cantidad, Nikah —contrato del acto sexual, sinónimo de “matrimonio”—, carecerá de validez.

- La fórmula religiosa de al-mut’a,  “de placer” (para él, y dinero para ella, normalmente viuda o divorciada), es de una duración pactada, que puede ser unas horas o unos meses, y que por supuesto es unidireccional: si una mujer alquila los servicios sexuales de un hombre será acusada de prostituta.

- El llamado “matrimonio misyar” (de “Rotar”), frecuente en Arabia Saudita y otros países sunnitas,  parecido a al-mut’a.

- Las guerras han sido agua de mayo para el negocio, teniendo en cuenta que apoderarse de mujeres ha sido uno de los alicientes de las tropas en los conflictos armados, incluso en las guerras “santas” en las que consideran a las mujeres del pueblo derrotado  “botín de guerra” (Biblia, Deuteronomio 20:12-14  y Corán 33:50).

- La ilegalidad, la dificultad o la prohibición religiosa de establecer relaciones sexuales fuera del matrimonio refuerza la violación, el incesto y la demanda de prostitución.

- La mujer que denuncia tal agresión a su honor suele ser castigada duramente, ya que es ella la responsable de la contención sexual del hombre (ya saben, la minifalda y lo demás). Se desconoce cuántas se han quitado la vida y cuántas han sido asesinadas en crímenes de honor.

- Los Estados paternalistas o totalitarios de la región niegan la trata sexual de mujeres y niñas, pues significaría aceptar su complicidad o su incapacitad de cumplir con su función de proteger a los súbditos, admitir que otros hombres poderosos operan de forma paralela a ellos y que existe una corrupción moral organizada. Todo ello estropearía su imagen ante la gente: ¡Si han aglutinado todo el poder, deben aceptar la responsabilidad de todos los problemas! Por ello no ofrecen ningún servicio de protección hacia las víctimas.

- El arraigado patriarcado arcaico y jerárquico, que sigue oprimiendo a la mujer a todos los niveles, es una de las causas de que miles de adolescentes huyan de sus casas y caigan en las redes de las mafias, dando lugar a la aparición de la figura de las madames con velo, que las acechan y las atrapan en sus redes en las terminales de los autocares que traen a estas niñas de provincia a las ciudades grandes.

La ruta no es Sur-Norte

El tráfico de mujeres por sexo transcurre por todas las direcciones y no sólo del Sur al Norte, un concepto “progre” y muy colonial que no considera la lucha de clases en el Sur y la complicidad de su burguesía con la del Norte: miles de mujeres empobrecidas de Europa Oriental, tras la caída del socialismo, acabaron en los burdeles de la Europa Occidental sustituyendo a las traficadas de África, Asia o América del Sur. Irak, Siria y Afganistán se han convertido en países de origen de la trata y Kuwait, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, los principales destinos. En Israel, donde la compra de servicios sexuales es legal, la asociación ATZUM trabaja contra la esclavitud sexual de miles  de mujeres llegadas de decenas de países.

La pobreza es el común denominador del perfil de las víctimas engañadas: es el caso de las mujeres chinas en España, obligadas a dar “masajes con final feliz”, a las que se había prometido trabajar en restaurantes.

No ha habido cambios en las causas y tampoco en la estructura y organización de la compra venta de mujeres y niñas desde hace miles de años.

La justicia social, la igualdad de género, la laicización del Estado e impedir que los gobernantes “moralistas y civilizados” europeos cobren impuestos a este crimen organizado en vez de luchar contra él puede agrietar lo que es el negocio más redondo del mundo para las mafias, junto con el de armas y la droga.









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