lunes, 1 de diciembre de 2014

843.- El rey Juan Carlos condecoró a 56 represores de la dictadura argentina



El rey Juan Carlos condecoró a 56 represores de la dictadura argentina

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España fue el país que más condecoraciones oficiales otorgó al salvaje régimen de Videla. Entregadas en los años más duros de la represión, siguen vigentes incluso para los condenados por crímenes de lesa humanidad. Otros, como el propio Videla y el almirante Massera, mantuvieron esas distinciones españolas hasta su muerte, pese a haber sido despojados de todo rango militar por el Estado argentino

DANILO ALBIN Bilbao 30/11/2014 

A sus 86 años, el exgeneral argentino Reynaldo Bignone no se arrepiente de nada. Poco parece importarle que vaya a pasar el resto de su vida en prisión, o que su nombre ya sea sinónimo de fusilamientos y robos de bebés. A pesar de todo, su rostro aún conserva la misma frialdad que en los años 70, cuando participaba activamente en la sangrienta dictadura.

En algún cajón de su casa, este decrépito anciano aún guarda un documento muy especial, firmado nada más y nada menos que por el rey Juan Carlos: en diciembre de 1976, el monarca le otorgó la "Gran Cruz del Mérito Naval con Distintivo Blanco". Una distinción que hoy, mientras el premiado acumula condenas por horrendos crímenes, continúa vigente.

Según ha podido confirmar Público, entre el 24 de marzo de 1976 —día en el que Jorge Rafael Videla y sus hombres perpetraron el golpe de Estado— hasta el 10 de diciembre de 1983 —fecha signada por el retorno a la democracia— el Estado español otorgó la friolera de 56 condecoraciones a integrantes de la dictadura argentina. Cuarenta y tres de ellos eran militares con diversos grados de responsabilidad en la represión. Del mismo modo, otros 13 civiles —en su mayoría miembros del cuerpo diplomático de Videla— recibieron distinciones con membrete español.

Estas escandalosas cifras convierten a España en el país que más condecoraciones entregó al sangriento régimen argentino. Ninguna de ellas ha sido revocada, por lo que todos sus titulares aún siguen ostentándolas. Los que ya fallecieron, como el propio Videla o el almirante Emilio Eduardo Massera, mantuvieron estos títulos en sus respectivos currículos hasta el último día de vida. A pesar de haber sido despojados de todo rango militar por el Estado argentino, en sus legajos personales seguían vigentes las condecoraciones otorgadas por Madrid.

El exgeneral Videla y otros siete miembros de la represión fueron condecorados en noviembre de 1978, poco antes de que Juan Carlos I iniciara su polémica visita oficial a la Argentina de los vuelos de la muerte. En el caso del dictador, fue el propio rey quien le entregó en mano el Collar de la Orden de Isabel la Católica, una distinción que pone de manifiesto"aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que redunden en beneficio de la Nación o que contribuyan, de modo relevante, a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la Nación Española con el resto de la Comunidad Internacional".





Documento sobre la distinción otorgada a Videla por el rey Juan Carlos al que ha tenido acceso 'Público'


Un par de meses antes, Juan Carlos I ya había otorgado a Videla la "Gran Cruz de la Orden del Mérito Militar con Distintivo Blanco", en atención a sus "méritos y circunstancias". Así consta en el decreto firmado entonces por el monarca y por el entonces ministro de Defensa, Manuel Gutiérrez Mellado. Los nombres de ambos también están al pie de la distinción otorgada al almirante Massera el 19 de octubre de 1977. Veinticuatro horas después, el represor inició un viaje oficial a España, donde "mantuvo entrevistas con las más altas autoridades de este país que favorecieron una mayor compenetración con la gestión de gobierno de la Junta Militar Argentina", reseñaba un informe de la embajada en Madrid.

El rey y Gutiérrez Mellado firmaron las distinciones concedidas a Videla y a Massera

De acuerdo a este documento, Massera "mantuvo contactos con el rey Juan Carlos I, el presidente del Gobierno Adolfo Suárez González, el viceministro de Gobierno y ministro para la Defensa, Manuel Gutiérrez Mellado, el canciller Marcelino Oreja Aguirre, el presidente de las Cortes Españolas Antonio Hernández Gil y el presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Ángel Escudero del Corral". En su paso por La Zarzuela, el jefe de la Armada argentina obsequiaría al rey una reproducción de un barco.

Golpistas en La Zarzuela

Muy pocos días después, el rey volvería a abrir las puertas de su despacho a los miembros de la Fragata Libertad, el buque-escuela argentino que había anclado en el puerto de Vigo. Al frente de la misión estaba el Capitán de Navío Lorenzo de Montmollín, exjefe de Inteligencia Naval. Tras desplazarse a Madrid en aviones del ejército español, la delegación fue amablemente atendida por Juan Carlos I en la mañana del 3 de noviembre de 1977. Ese mismo día, el monarca otorgó a Montmollín la "Orden al Mérito Naval de Primera Clase". Según consta en un informe elaborado por los diplomáticos argentinos, el resto de los marinos también fueron condecorados.

Ese mismo mes de noviembre, España recibió la visita oficial de una delegación de la Escuela de Aviación Militar argentina, al frente de la cual se encontraba otro titular de una distinción española: el brigadier Orlando Capellini, poseedor de la Gran Cruz del Mérito Aeronáutico desde hacía ya varios meses. A la hora de conceder el título, ni el rey ni el entonces ministro del Aire, Carlos Franco Iribarnegaray, tuvieron en cuenta que Capellini había estado al frente de un intento de golpe de Estado previo al de Videla, en diciembre de 1975. Este amante de las dictaduras falleció en 2011, con su condecoración española tan vigente como en los años de uniforme.


Documento del viaje a España de la delegación de la Escuela de Aviación Militar argentina al que ha tenido acceso 'Público'

"Made in Spain"

La nómina de argentinos distinguidos por sus "méritos" incluye también a otros destacados jefes de la represión, como el vicealmirante Armando Lambruschini —titular de la Gran Cruz del Mérito Naval con Distintivo Blanco— o Roberto Eduardo Viola, sustituto de Videla en la Presidencia del salvaje régimen. En su caso concreto, el rey y el ministro Gutiérrez Mellado le hicieron merecedor de la Gran Cruz de la Orden del Mérito Militar. El decreto fue firmado por ambos el 28 de septiembre de 1979. Para entonces, las Fuerzas Armadas argentinas ya habían matado a miles de compatriotas.

Asimismo, uno de los represores más activos de la represión en la norteña provincia de Tucumán, Juan Carlos Medrano, actuó durante toda la dictadura con una distinción made in Spain: el 5 de abril de 1976, apenas 11 días después de producido el golpe de Estado, España le hizo llegar la Cruz del Mérito Militar con Distintivo Blanco de Primera Clase. Hoy está en el banquillo de los acusados, respondiendo por varios casos de secuestros, desapariciones y asesinatos.

La concesión de las medallas no siempre era publicada en el Boletín Oficial del Estado

En idéntica situación se encuentra el vicealmirante Eduardo René Fracassi, poseedor de la Gran Cruz del Mérito Naval desde noviembre de 1978. En la actualidad, su nombre figura en la carátula de un expediente judicial: "Fracassi, Eduardo René y otros por privación ilegal de la libertad agravada, reiterada, aplicación de tormentos reiterada, homicidio agravado reiterado a Aguilar, Guillermo Aníbal y otros" puede leerse en una causa que se tramita ahora mismo en Argentina.

Además de personajes tan siniestros como Fracassi, Medrano o Massera, el listado de condecorados por el rey Juan Carlos abarca a miembros civiles de la dictadura, como el funcionario Julio César Carasales, encargado de defender los intereses del régimen en la OEA, o distintos integrantes de la embajada argentina en España, como Juan Bautista Vilarullo, Omar Ricardo del Azar Suaya o Francisco Villamil. Curiosamente, sus distinciones —al igual que en los casos de varios militares— no siempre aparecen en la base de datos del Boletín Oficial del Estado (BOE), aunque sí fueron religiosamente publicadas en el Diario Oficial del régimen argentino. Ni aquí ni allí —ni antes ni ahora— hubo ninguna corrección. Lo escrito, escrito está.









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