viernes, 21 de diciembre de 2012

542.- Madres en la India





Madres en la India


por Tomasz Kwaśniewski

"Se alejaron de sus familias no queriendo exponerlas a la exclusión. O quizás fueron expulsadas de ellas". Conversación con el fotógrafo Adam Rostkowsk 

¿Quiénes son esas mujeres?

Leprosas. Rechazadas. En la India, si enfermas de lepra, pierdes todo. La casa, el trabajo, el lugar en la sociedad. Y no solo vos, sino también toda tu familia. Todos aterrizan en una colonia de leprosos. Basta con que aparezca una manchita blanca en tu cuerpo moreno y alguien se entere.

Conozco a un hombre, quien al comprobar que tenía lepra, le dijo a su esposa que estaba 'libre' y se marchó. Lo hizo por amor. Porque de otro modo, por su culpa, ella también sería rechazada.

¿También alcanza a los ricos?

La lepra alcanza a todo el mundo, pero los ricos tienen medios para ocultarlo mejor. También tienen medios para viajar a alguna parte donde sean anónimos y allí consultar con un médico. Porque la lepra se cura con antibióticos. El tratamiento dura un año y cuesta entre 20 y 50 dólares. ¡El tratamiento completo!

El problema es que en la India casi no se habla del tema. No hay campaña de concienciación sobre la cura de la lepra. Y casi no hay lugares para hacerlo, porque los médicos, como todos, también tienen miedo de contagiarse. Por otra parte, para la gente, aunque te cures, sigues siendo una persona con lepra. Tu y tu familia seguís despertando temor y repugnancia.

Esa mujer de la foto no queriendo exponer al rechazo a su esposo, hijos e hijas, se fue sola, como tantas otras, o fueron echadas por ellos. Y así fueron a parar al Vridha Aashram, a la "casa de ancianos". O sea, una casa para las personas rechazadas.

¿Y usted cómo fue a dar allí?

Me enteré de la "casa de ancianos" por Saru, una pupila de la misión Jeevodaya. Es una misión en India central fundada en 1969 por un cura palotino polaco, Adam Wiśniewski, que se ocupa de las personas enfermas y de la prole de familias enfermas de lepra. Trabajo para ellos hace seis años. Es decir, hago de todo: hago la contabilidad, escaneo fotos, hablo sobre la lepra, organizo... Por ejemplo, una colecta de juguetes.

Mama Saru trabaja en la "casa de ancianos" cercana a la ciudad de Raigarh. Ningún lugareño quiso llevarnos hasta allí; tanto es el miedo al contagio. Tuvimos que pagar realmente una buena suma.

¿Usted no tiene miedo?

La inmunidad de los europeos, en general de los blancos, es muy superior a de los que ingieren alimentos pobres en vitaminas. Además, yo sé que es curable.

Pasamos por la colonia hasta un lugar donde había dos casas. A la izquierda las mujeres, a la derecha los varones. En la de la izquierda mama Saru. Faltaba poco para el almuerzo, estaba sentada sobre una alfombra sobre la que el y jugaban a las cartas con los guardias; ellos también son leprosos.

En el patio, junto a la entrada, estaban sentadas dos mujeres con pelo, que es algo raro. Más allá había otras. Una era ciega. La lepra le quitado la vista.

Las mujeres mayores en la India no usan corpiño. Si se cubren, es sólo con una parte del sari. Cuando me vieron, comenzaron a cubrirse, a arreglarse el pelo, a acercarse. Yo era una atracción. Más aún que precisamente se había ido la luz -así se dice por ahí- y no podían mirar la televisión.  Una de ellas estaba tan encorvada que no podía enderezarse. A otra le faltaban pedazos de pies. Y otra más tenía zapatos hechos con neumáticos.

Se acercaban, se postraban en tierra y me tocaban los pies. Así saludan las mujeres del estado de Orissa. La que tenía solo parte de sus pies tenía unos protectores de rodillas adheridos al sari, para no lastimarse.

Y así, a cuatro patas, se me acerca una viejita leprosa. Con la cabeza toca la tierra y los dedos de mis pies. Sentía cómo me caían las lágrimas, pero tenía que seguir de pie, porque así es la costumbre. Y cuando ya me habían saludado cinco o seis de las mujeres, se me acercó la última y se me echó en los brazos. Le faltaba la nariz, no tenía dedos, pero se reía todo el tiempo. Bellísima.

¿Y esas heridas de qué son?

La lepra consiste en la muerte de las terminaciones nerviosas; sencillamente dejas de sentir. Y las heridas aparecen porque si te lastimas, quemas  etc., ya no cicatrizan; es tejido muerto, es decir, es carne en descomposición y hiede. Y atrae a gusanos, lauchas y ratas. En las colonias de leprosos hay lauchas por todos lados, hasta tal punto que por la noche se acercan y mordisquean hasta los pies de la gente sana.

Después resultó que esa mujer hermosa, la alegre, era la responsable de la casa. Y ella fue la que me dijo: "almurzá con nosotras". Pensé: ¿yo?, semejante gordo y ellas están tan delgaditas, pobres, hay tan poca comida -porque la casa se sustenta solo de lo que les da la gente ¡¿Y yo les iba a comer su comida?!

¿Y si no, habrías comido?

Me la comí, porque ellas, de todos modos,  me mandaron la comida a la de los padres de Saru.

¿No te dio asco?

¿Cual?

Bueno... que la comida había sido preparada por... Nunca me intoxiqué en India. Bueno, una vez. En una cena de los curas palotinos.

Cuando comenzaron los preparativos para la comida, saqué la cámara y comencé a sacar fotos. De paso conocí sus nombres: Sudesha, Urvashi, Samari, Sulobaai. Y mientras las estaba mirando pensé que nunca había visto tanta belleza junta.

¿Dónde está esa belleza?

Las miras y ves todo. Todas sus historias. Tristeza.  alegría. Eso no se puede contar. Tienes que mirarlas a los ojos. Y algo dentro tuyo se rompe. ¿No te pasa?

Yo veo lepra.

Pero yo hice esas fotos porque quería mostrar la belleza. Esos hermosos ojos, esos rostros, y no la enfermedad que todos temen. Fue algo muy íntimo. Todo fotógrafo debería tener un espacio así solo para él, no para la venta.

Pero usted vende precisamente esas fotos.

¿Entonces me las van a pagar?

Por supuesto.

Entonces que el dinero sea para esas mujeres.

1 comentario:

  1. Siempre es un placer venir a tu blog Fernando y hasta curativo en los tiempos que corren. Lástima que no nos acordemos más a menudo de aquél poema de Calderón de la Barca, que decía algo así:
    "Habrá otro, entre sí decía,
    más pobre y triste que yo?
    Y cuando el rostro volvió..."

    Un beso

    ResponderEliminar