martes, 12 de febrero de 2013

578.- ¡Guernica!, ¡Guernica!



¡Guernica!, ¡Guernica!



Contra la explicación neofranquista, el bombardeo pretendía destrucciones masivas
Por ÁNGEL VIÑAS 



Este es el título de la edición en inglés, aparecida en 1977, de una obra clásica del historiador norteamericano Herbert R. Southworth. Recuerda el grito implícito en el famoso cuadro de Picasso. La edición española está agotadísima. En Iberlibro únicamente he visto disponibles tres ejemplares. Nada en Amazon.es.

Southworth destruyó sistemáticamente el denso entramado de mentiras sobre uno de los mitos estructurales del franquismo. Su análisis constituye una lección de historia y de crítica histórica ejemplar. Ha vuelto a impresionarme en el momento de preparar una edición revisada y ampliada.

En esta labor he constatado de nuevo cómo los historiadores neofranquistas han hecho y hacen todo lo posible por ningunear y/o desprestigiar a Southworth. Incluso un ilustre académico de la Historia que incide a la vez en grotescos errores de principiante. Un piadoso exministro entona preces al Señor por el alma de Southworth, pero continúa encastillado en el disparate. Un eminente historiador militar, que dice haber dedicado cuarenta años al tema, provoca rubor. Las obras de tan connotados autores pueden adquirirse fácilmente.


En realidad, ni han recuperado la verdad de los hechos ni lo que hay detrás de ellos. No se han adentrado en la evidencia primaria de época, y en especial en la relevante. Han ofuscado con mucha que o no es relevante o es de calidad harto dudosa. Un truco volatinero. Han abandonado alguno de los postulados franquistas más absurdos (Guernica la volaron los propios vascos). Mantienen enhiestos los reductos: hubo muy pocos muertos; el mito de Guernica lo crearon los republicanos; el “mando nacional” no tuvo que ver nada con el bombardeo. Los culpables fueron los alemanes que actuaron según su libre albedrío.

Ha sido la investigación académica (María Jesús Cava, Carmelo Garaitaonandía, José Luis de la Granja, Morten Heiberg, Xabier Irujo, Manuel Ros Agudo, Stefanie Schüler-Springorum y, modestamente, quien esto escribe) la que ha sacado a la luz el tipo de evidencia necesaria y suficiente para enterrar los mitos de Franco y sacar las vergüenzas a sus denodados defensores.

La propaganda franquista batió todos los récords de fantasía y denigración
Es difícil tener aprecio por la calidad científica y el contenido empírico de su historiografía. La puesta al día de la obra de Southworth ha excedido, sin embargo, todo lo que había visto y comprobado hasta el momento: la más tosca manipulación de la evidencia, la tergiversación documental, la cita amañada de la literatura secundaria y la desfiguración de las obras de los autores discordantes son rasgos consustanciales de tales especialistas y divulgadores, españoles o ¡ay! también de algún que otro extranjero, catedrático emérito de una Universidad norteamericana.

En breves palabras. Lo que en los últimos tres o cuatro años ha salido a relucir en alemán o en español es lo siguiente:

El contingente aéreo germano (Legión Cóndor) estuvo plenamente insertado, en cuanto dio comienzo a sus hazañas bélicas en España en noviembre de 1936, en los planes operativos de las fuerzas franquistas. De este nivel fue ascendiendo al táctico y al estratégico. En la campaña de Vizcaya, la interdependencia entre uno y otras alcanzó un elevadísimo grado de información, comunicación y control.

Se conservan documentos que lo demuestran con respecto a los generales en jefe de los Ejércitos del Sur (Queipo de Llano) y del Norte (Mola) para la conexión con las fuerzas de tierra. También, y de manera permanente, con el general Kindelán, jefe del Aire. Que Franco lo ignorase no es creíble. Uno de sus hombres, el coronel Juan Vigón, estuvo en el centro del dispositivo en el Norte.

En esta campaña, la aviación alemana se supeditó a las instrucciones de Mola y Kindelán. Arrojó octavillas anunciando arrasamientos, intervino en apoyo del avance en tierra sustituyendo a veces a la artillería y, no en último término, bombardeó ciudades. La afirmación solemnísima de un reputado general de aviación español de que esto se hizo en contra de instrucciones formales de Franco es un mero brindis al sol.

El bombardeo del 26 de abril de 1937 se hizo con propósitos de destrucción masiva. No fue para triturar un puentecillo de piedra (que resultó indemne) que enlazaba el núcleo urbano con el barrio de Rentería salvando el río Oca. Esta fue una intoxicación ulterior. Sobre Guernica se lanzaron exactamente 31 toneladas de bombas (mezcla de explosivas e incendiarias), amén de incontables bidones de gasolina. No lo digo yo. Es lo que informó, un mes después, el teniente coronel Wolfram von Richthofen, jefe de Estado Mayor de la Cóndor, a sus superiores en Berlín.

La creación del mito sobre la autoría vasca fue un reflejo inmediato, de corte pavloviano, del propio Franco para contrarrestar el efecto que en el extranjero pudieran tener las acusaciones del lehendakari José Antonio Aguirre contra aviadores alemanes al servicio de los rebeldes.

Tras su entrada en Guernica el 29 de mayo de 1937, los franquistas se dedicaron a eliminar la evidencia de la fechoría, que para entonces había saltado a la primera plana de numerosos periódicos de todo el mundo. Se amañaron las hojas de los registros o, simplemente, se arrancaron. Los alemanes hicieron desaparecer lo que quisieron, se ralentizó el desescombramiento. Es imposible saber a ciencia cierta el número de víctimas. Fijarlo en algo más de un centenar es el resultado de un proceder infame.

Por la dignidad de las víctimas y de la historia es preciso recuperar el pasado
La propaganda franquista batió todos los récords de fantasía, vituperación y denigración. Duró hasta el final mismo del régimen, aunque ya agrietada. Su análisis constituye el núcleo de la obra de Southworth. Esta necesitaba ampliarse a una referencia, siquiera somera, de sus secuelas en la España de nuestros días, es decir, desde que en Guernica se levantó un inmenso clamor popular en abril de 1977 para aclarar la cuestión de las responsabilidades.

Es necesario comparar el comportamiento de los Gobiernos de la República Federal de Alemania con el de los españoles. Hoy puede hacerse porque en Berlín ya se han desclasificado los documentos de aquellos primeros años transicionales. Ello no obstante, debemos ser modestos. En fecha indeterminada se pusieron en marcha los temibles bichitos fibrófagos que solían pulular por los archivos españoles. Los documentos directamente relacionados con Guernica han desaparecido en gran medida. Una casualidad.

La desaparición, sin embargo, no ha sido total. Por fortuna quedan muchos que arrojan luz indirecta, y en ocasiones, casi directa. Quienes expoliaron los archivos no siempre sabían alemán. Se conserva algún que otro documento redactado en este idioma, pero traducido “creativamente” para acordarlo con los mitos franquistas. Al leer la traducción, los eliminadores se guiaron por ella y menospreciaron la versión original. Siempre hay alguien que mete la pata.

La tergiversación no se hizo en España únicamente. En la edición de bolsillo (Heyne-Bücher) de las memorias de uno de los ases de la Luftwaffe, Adolf Galland, que no participó en el bombardeo, se eliminó cuidadosamente todo lo que pudiese generar una mala impresión, incluida la referencia a los ensayos de la Cóndor con un napalm de medio pelo. La extrema derecha alemana sigue apartando el cáliz de Guernica.

Por la dignidad de las víctimas y de la HISTORIA es preciso recuperar el pasado y desenmascarar a quienes siguen desfigurándolo.


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Ángel Viñas es historiador y catedrático emérito de la UCM. Ha actualizado La destrucción de Guernica de Herbert R. Southworth, que aparecerá próximamente en la editorial Comares.




Bombardeo de Guernica

Campaña de Vizcaya - Guerra Civil Española



Bundesarchiv Bild 183-H25224, Guernica, Ruinen.jpg
Guernica tras el bombardeo.
Fecha 26 de abril de 1937
Lugar Guernica (Vizcaya), España

El Bombardeo de Guernica (Operación Rügen) fue un ataque aéreo realizado sobre esta población española el 26 de abril de 1937, en el transcurso de la Guerra Civil Española, por parte de la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana, que combatían en favor de los sublevados contra el gobierno de la Segunda República Española. Las estimaciones actuales de víctimas cifran los fallecidos en un rango que abarca de los 120 a los 300 muertos, 126 según el estudio más reciente y exhaustivo.

El de Guernica no fue el primer bombardeo en alfombra para destruir una población civil, pues de hecho se discute que fuera un objetivo militar vital en ese momento, como alegaron los agresores, con el fin de cortar la retirada y el aprovisionamiento a las tropas del Frente Popular en la campaña de Vizcaya. La repercusión internacional que alcanzó este bombardeo, unido a su utilización propagandística, ha hecho que sea una masacre mundialmente conocida y considerada como un icono antibélico. En un principio los sublevados atribuyeron la destrucción de la ciudad a los republicanos, como había sucedido en Éibar e Irún, pero pronto se reveló al mundo la realidad de los hechos debido a la presencia en Bilbao de varios periodistas ingleses de importancia como George Steer (The Times). El gobierno de Juan Negrín utilizó el bombardeo como insignia del antifascismo, adaptando Pablo Picasso uno de sus cuadros para la Exposición Internacional de París de 1937. Esta obra se convertiría en uno de los iconos más sobresalientes de la pintura del siglo XX y del antibelicismo.
Tampoco fue el primer bombardeo contra civiles que habían llevado a cabo los aliados de los nacionales en Vizcaya, dado que un mes antes aviones italianos habían bombardeado Durango el 31 de marzo en tres oleadas a lo largo de todo el día, causando unos 294 muertos. El primer bombardeo de este tipo se había producido en noviembre de 1936 en Madrid cuando el general Franco ordenó a la aviación alemana e italiana que bombardeara a la población civil con el objetivo de desmoralizarla y conseguir la rendición de la ciudad. En febrero de 1937, la misma Legión Cóndor había ametrallado una columna de refugiados civiles en la carretera entre Málaga y Almería causando cientos de víctimas. Tampoco fue la última, puesto que en 1938 las ciudades de Barcelona, con los bombardeos de marzo y Alicante, con el bombardeo del 25 de mayo, fueron también los civiles los objetivos. La aviación republicana también bombardeó poblaciones bajo control "nacional" como Oviedo, Zaragoza6 o Córdoba en agosto de 1936, pero el objetivo no fue la población civil. La excepción se produjo mucho después con el bombardeo de Cabra en 1938.
En 1997, el entonces presidente de Alemania, Roman Herzog, en carta leída a los supervivientes del bombardeo por el embajador alemán en España con motivo del 60 aniversario, pidió públicamente perdón por la manifiesta autoría alemana del bombardeo.

El bombardeo

Guernica, capital cultural e histórica vasca, tenía antes del ataque una población de unas 5.000 personas, a las que habría que añadir un gran número de tropas, que se retiraban para preparar la defensa de Bilbao, y refugiados que huían del avance de las tropas franquistas. En ese momento no tenía ningún tipo de defensa antiaérea, aunque sí tenía tres fábricas de armas, una de ellas de bombas de aviación.
La Legión Cóndor tenía como jefe del Estado Mayor al Teniente Coronel Wolfram von Richthofen (primo del histórico aviador de la Primera Guerra Mundial Manfred von Richthofen, más conocido como el Barón Rojo), que ordenó, al parecer, el bombardeo y que en su diario personal admitía que en Guernica se había portado "muy maleducadamente". El grupo de bombardeo estaba formado por cuatro escuadrillas de Ju-52 y la escuadrilla VB 88 de bombardeo experimental, con Heinkel He 111, y Dornier Do 17. Los bombarderos fueron escoltados por cazas Heinkel He 51 de las escuadrillas de caza 1 y 3.J/ 88 y por los Me-109 del 2.J/ 88, escuadrilla que estaba bajo el mando del teniente Gunther Lützow. Cierto número de aviones de caza italianos participaron asimismo en la misión.
El primer ataque lo realizaron un Dornier Do 17 alemán y tres Savoia S-79 italianos que habían despegado de Soria a las tres y media de la tarde con la misión de bombardear la carretera y el puente al este de Guernica, para obstaculizar la retirada del ejército vasco. Las bombas de los S-79 cayeron en los alrededores del puente y la estación de ferrocarril, destruyendo varias viviendas, y las del Dornier Do-17 alcanzaron la iglesia de San Juan. A continuación intervinieron uno o tres, según las fuentes, bombarderos alemanes He-111. Todos ellos iban escoltados por cazas.




Bomba incendiaria de 1kg. de 1936 de la Luftwaffe.

A las 6 de la tarde fue cuando se produjo el bombardeo más intenso a cargo de 19 Ju-52 alemanes. Estos aviones descargaron tanto bombas explosivas como incendiarias, "una mezcla del todo innecesaria si el objetivo hubiese sido un puente", causando una gran destrucción. Las últimas acciones del ataque se produjeron entre las siete menos cuarto y las siete de la tarde. Cinco cazas Fiat y cinco Messerschmitt Bf-109 realizaron ametrallamientos tanto en el interior de la población como en los alrededores. Las alarmas de la villa comenzaron a sonar poco después de las cuatro de la tarde y dejaron de sonar hacia las siete y media. El sacerdote Alberto de Onaindía resumió así lo que había sucedido en esas tres horas y media de bombardeos:
Habían sido aviones alemanes que fueron enviados sobre Guernica para hacer un ensayo de guerra totalitaria. Era el primer ejemplo de este género de lucha: primero unas bombas para alarmar a la población [la gente comenzó a abandonar las calles y a esconderse en abrigos, en sótanos y bajo cubierto], luego oleadas de bombarderos con explosivos seguidos de bombas incendiarias y, por último, aviones ligeros que ametrallaban a los desgraciados que pretendía huir para salvar sus vidas
Aunque posteriormente se dijo que el objetivo de la operación era la simple voladura de un puente, el hecho real es que tanto el puente como una fábrica de armas, situada en las afueras de la población, resultaron intactos, siendo muy improbable que las bombas lanzadas a 3.600 metros de altura impactaran en un puente de 15 metros y habida cuenta de que los aviones cargaban además bombas incendiarias. Sin embargo, el ataque fue devastador: los bombarderos lanzaron una gran cantidad de bombas medianas de 250 kg, ligeras de 50 kg y más de tres mil proyectiles incendiarios de aluminio de 1 kg sobre el casco urbano de la ciudad. Los cazas, entretanto, disparaban en vuelo rasante a las personas que huían del lugar.
La destrucción fue tan grande que provocó un intenso humo, por lo que los últimos bombarderos, al no poder ver los objetivos, descargaron las bombas a ciegas. El incendio provocado por el bombardeo no se pudo apagar hasta el día siguiente, en gran parte debido a la inexistencia de un parque de bomberos.

Sistema de refugios y alerta


Gudaris (soldados vascos) frente al Árbol de Guernica.


Como cualquier otro lunes del año, ese del 26 de abril de 1937 era día de mercado, pero la cantidad de gente que había en Guernica no se había incrementado debido a este hecho [cita requerida], ya que la feria fue prohibida antes del mediodía por el alcalde, ante la cercanía del frente y el temor del avance enemigo. El número de víctimas mortales, 126 según las últimas estimaciones, estuvo influido por el sistema de refugios y de alerta que se había realizado en la villa.
El bombardeo de Ochandiano, al comienzo de la contienda, el 22 de julio de 1936, que causó alrededor de 40 muertos, muchos de ellos civiles, incluidos mujeres y niños, y cuyo objetivo según un periódico republicano de Bilbao había sido "sembrar el terror", provocó que se tomara la decisión de realizar un sistema de refugios para la población civil, que se aceleró tras conocerse el terrible bombardeo de Durango del 31 de marzo de 1937 que extendió el pánico en muchas poblaciones vascas. El proyecto se encargó al arquitecto municipal Castor Uriarte y al ingeniero Manuel Cabañes (madrileño que pasaba sus vacaciones en la villa). En el momento del bombardeo, en la villa existían, según el testimonio de Castor Uriarte, cinco refugios construidos por orden de las autoridades municipales. Uno de ellos se ubicó en los sótanos de la Casa Consistorial, otro en un edificio de la calle Santa María (aunque no estaba completamente terminado), un tercero en Pasealeku, y los dos últimos en el sótano de la casa Loizaga y en el patio del Cuartel de los Forales. Aparte de estos refugios públicos había otros privados, al menos siete, en los sótanos de algunos chalés. Además las instalaciones de las empresas "Talleres de Guernica", "Cuberterías Jypsa" y "Armas Astra, Unceta y Cía" contaban con sus propios refugios antiaéreos. Los de Astra todavía están en pie y constan de una galería de 30 m en bóveda de cañón.
"En la construcción de los refugios habían participado vecinos del pueblo, y se habían utilizado diversos materiales, como troncos de pinos, sacos terreros y chapas de hierro. De los cinco refugios públicos, el de la calle de Santa María estaba en construcción, ya que le faltaban chapas de hierro, y era una trampa mortal en caso de que alguna bomba cayera sobre el mismo, lo que desgraciadamente ocurrió, ocasionando una gran mortandad [allí murieron 45 personas según el testimonio de Castor Uriarte]"
El sistema de defensa civil desarrollado por la "Junta Municipal de Defensa" de Guernica mantenía un sistema de señales de alerta. Este era un sistema visual y sonoro. Un vigilante en la cumbre del monte Kosnoaga avisaba de peligro mediante la exhibición de banderas rojas, estas banderas eran vistas por un segundo vigilante situado en el campanario de la iglesia de Santa María que tocaba a rebato y seguidamente todas las industrias que poseían sirenas hacían tocar las mismas.
Este sistema de alerta funcionó y salvó vidas, según el testimonio de Castro Uriarte:
En medio de la terrible destrucción que sufrió materialmente la villa foral, con muchísimos daños de todo orden, hubo suerte en lo que respecta a vidas humanas, porque el repique de campanas tras el aviso del vigía que estaba en la cima del monte Cosnoaga, y sobre todo porque el primer avión que vino y lanzó tres bombas, alejándose después, asustó a la gente, que se metió en los refugios o huyó del casco urbano, buscando refugio en los bosques cercanos o en las casas o caseríos más alejados, por lo que el número de víctimas fue mucho menor de lo que al principio se pensó

Consecuencias del ataque

Nunca han llegado a saberse las cifras de víctimas ni existen datos fiables sobre el número exacto. El gobierno vasco dio una cantidad oficial de víctimas de 1.645 muertos y 889 heridos, que es el número citado en los folletos impresos en el extranjero y por la prensa internacional como algunos periódicos ingleses, aunque hoy se considera que este número está absolutamente hinchado. El historiador Hugh Thomas situó la cifra de víctimas entre cien y mil seiscientos, estimando que la más probable sea de mil muertos. Sin embargo, los datos más actuales apuntan entre 250 y 300 muertos.20 Solé i Sabaté y Villaroya, basándose en las valoraciones de Castro Uriarte, arquitecto municipal de Guernica y responsable del servicio contra incendios, afirman que la cifra de entre 250 y 300 muertos es la más cercana a la realidad de lo que ocurrió, lo que supone una cifra proporcionalmente elevadísima "ya que representa algo más del 5 por ciento de la población".3 Estos dos historiadores también señalan que no hubo más víctimas porque, después del primer bombardeo, la gente huyó al monte.21 Por su parte los historiadores de la asociación "Gernikazarra" Vicente del Palacio y José Ángel Etxaniz estiman que hubo 126 fallecidos.
El 70% de los edificios de la ciudad fue totalmente destruido por el incendio,16 que no se pudo apagar hasta el día siguiente, y el 20% gravemente dañados (el arquitecto general de Regiones Devastadas contabilizó 271 edificios demolidos, lo que suponía el 74,4 por ciento de los existentes en la villa de Guernica y el barrio de Rentería). El jefe del estado mayor de la Legión Cóndor Von Richthofen escribió lo siguiente tras su visita a Guernica:


Guernica, villa de 5.000 habitantes, ha sido literalmente asolada. (...) Las bombas de 250 kilos derribaron buen número de casas y destruyeron las cañerías. Las bombas incendiarias tenían ahora tiempo para desplegar su eficacia. Las casas estaban construidas con cubiertas de teja, galerías de madera y entramado del mismo material, por lo que fueron completamente aniquiladas. (...) Aún se ven hoyos de bombas totalmente increíbles. (...) Así pues, sólo un completo éxito técnico de nuestras bombas de 250 y de las EC.B.1.
Los lugares históricos vascos, la Casa de Juntas de Guernica (histórico lugar de reunión de las asambleas que regían Vizcaya y sede de su archivo histórico) y el anexo Árbol de Guernica, símbolo ancestral del pueblo vasco, no fueron afectados por el bombardeo. El cercano puente que se afirmó luego era el objetivo, quedó intacto.
El 28 de abril, dos días después del bombardeo, las tropas sublevadas entraban en la villa foral, tomando el control de la misma y quemaron los archivos que hallaron en la iglesia de Santa María, imposibilitando el recuento final de fallecidos.
En aquel momento, el batallón carlista se dirigió a la Casa de Juntas donde rindió honores al Árbol de Guernica, poniéndole una guardia de honor como símbolo de los fueros. Antes de que llegaran los requetés, sin embargo, ya se había montado una protección en torno a la Casa de Juntas y el Árbol, a cargo de soldados marroquíes de Regulares de Tetuán nº 1. Cumplían órdenes del general Emilio Mola, jefe del Ejército del Norte, indignado por el bombardeo y que había dado órdenes estrictas de proteger los símbolos forales. Los requetés, al mando del capitán navarro Jaime del Burgo, relevaron a los soldados de Regulares.

Motivaciones del ataque



Cartel alegórico producido por el Gobierno de la República.

Las motivaciones del ataque han sido objeto de polémica durante mucho tiempo, pero la mayoría de los historiadores que han investigado el tema defienden la tesis de que "la intención del bombardeo era destruir Guernica". Para apoyar esta afirmación aportan dos pruebas fundamentales. La primera es la combinación de bombas explosivas e incendiarias utilizadas en el bombardeo, cuya "única explicación posible" es que se pretendía destruir la ciudad. La segunda es que para derribar el puente de Guernica o impedir que el ejército vasco pudiera retirarse, que fueron los dos objetivos alegados por los agresores, "no era necesario ametrallar a la población civil, movilizar aviones durante tres horas ni lanzar bombas incendiarias. Para más inri, el puente no fue alcanzado, y al terminar el bombardeo permanecía intacto".
Sin embargo no existe un consenso tan claro en cuanto a la cuestión de "si el bombardeo fue exclusiva responsabilidad de los alemanes o si éstos actuaron bajo la orden de Franco o, en su defecto, de [los generales] Mola o Vigón. Como no se ha encontrado ningún documento escrito, y difícilmente se encontrará, en el que Franco diera la orden, las opiniones de los historiadores se basan en distintos análisis y cómo funcionaba la cadena de mando del ejército franquista. Lo que es incuestionable, como demostró Vicente Talón hace más de treinta años, es que los alemanes efectuaron el bombardeo a petición de las tropas franquistas que estaban en primera línea". Así historiadores como Vicente Talón y Jesús Salas Larrazábal se inclinan por atribuir la exclusividad del bombardeo a los alemanes, mientras que otros como Manuel Tuñón de Lara, Ángel Viñas o Herbert Southworth apuntan al "Generalísmo" Franco como máximo responsable. Una posición intermedia es la que mantiene el historiador alemán Klaus A. Maier:
La Legión Cóndor [tuvo] en una alta medida la responsabilidad de la destrucción de Guernica. La intención de los alemanes, a la que se sumaba una fuerte razón de prestigio nacional y personal (Richthofen), de proporcionar a los nacionales un triunfo rápido, tras el fracaso de Guadalajara para los italianos, llevó a una acción que en el norte se caracterizó por no guardar los alemanes consideración de ningún tipo. La responsabilidad global del mando supremo nacionalista de Salamanca, que incluso bajo estas circunstancias consintió en la actuación de la Legión Cóndor en el norte, sigue por consiguiente intacta
Algunos autores sostienen que el motivo del ataque consistía en una maniobra testaruda de Wolfram von Richthofen, pues opinaba que el ataque a Bilbao debía pasar por esta villa en vez de hacerlo por Durango. Aparte de ello, Guernica constituía un centro clave de comunicaciones para las tropas republicanas. Existía también una discrepancia entre el mando alemán y el español sobre la dirección de las operaciones. Los alemanes preconizaban un avance más rápido, basado en la capacidad destructiva de la aviación, y estimaron que la destrucción del puente del barrio de Rentería de Guernica, el último antes de la ría, dejaría bloqueados en la ribera derecha el material pesado y los pertrechos de las fuerzas enemigas en retirada. El mando español, por el contrario, era más prudente en el avance por un terreno de orografía difícil y frente a un enemigo que nunca dejaron de respetar.
El mando nacional quedó sorprendido, en un primer momento, ante la gravedad de la destrucción y consideró que no podía deberse, al menos en exclusiva, al ataque de la aviación. La realidad es que la mayor parte del daño fue causado por el incendio provocado por las bombas. Franco supo a los pocos días que los aviones italianos y alemanes eran los responsables del desastre,pero no quiso reconocerlo públicamente por suponer que ello molestaría a los alemanes, cuyo apoyo consideraba imprescindible para ganar la guerra.
El ejército alemán utilizó los efectos del bombardeo como arma política en la guerra fría que mantenía con Inglaterra, y les interesó que la prensa mundial exagerase los resultados. Así, Guernica habría sido una especie de ensayo de lo que luego serían los bombardeos masivos de la Segunda Guerra Mundial. En los juicios de Núremberg, el entonces mariscal de la Luftwaffe, Hermann Goering, declaró: "La guerra civil española dio una oportunidad de poner a prueba a mi joven fuerza aérea, así como para que mis hombres adquirieran experiencia."
Se suele afirmar también que el bombardeo fue una venganza por el linchamiento por parte de la población civil de Adolf Hermann, piloto de un bombardero, derribado en Bilbao en 1937.
La propaganda franquista afirmó que Guernica, al igual que Irún, había sido incendiada por los propios "rojo-separatistas" (sic) en su huida, practicando una política de tierra quemada; pero varios corresponsales extranjeros, entre ellos George Steer, del diario conservador británico The Times, tuvieron ocasión de presenciar el estado de la villa después del ataque y ser testigos de la devastación, recogiendo pruebas de la autoría de los hechos, pues las bombas que no habían explotado daban testimonio de su fabricación alemana.
También se ha afirmado[cita requerida] que los bomberos de Bilbao llegaron muy tarde y apenas intervinieron por falta de operativos, lo que habría agravado los daños.
Según Solé i Sabaté y Villarroya,27 "el bombardeo de Guernica consiguió sus objetivos finales. La táctica empezada en Durango y en otras muchas poblaciones vascas, de aumentar progresivamente el nivel de violencia, tuvo éxito. Entre la población civil la moral se había resquebrajado ostensiblemente, y la escasa resistencia ofrecida desde ese momento por Bilbao es una buena muestra de ello".

Otras consideraciones







La negación de la autoría por el bando franquista





Al día siguiente del bombardeo de Guernika el lehendakari del gobierno vasco José Antonio Aguirre hizo pública una nota en la que denunciaba que los autores de la acción habían sido "los aviadores alemanes al servicio de los facciosos españoles". La nota decía:
Los aviadores alemanes al servicio de los facciosos españoles han bombardeado Guernica, incendiando la histórica villa, que tanta veneración tiene entre los vascos. Nos han querido herir en lo más sensible de nuestros sentimientos patrios, dejando una vez más de manifiesto lo que Euzkadi puede esperar de los que no vacilan en destruir hasta el santuario que recuerda siglos de nuestra libertad y de nuestra democracia (...).
Las afirmaciones del lehendakari Aguirre fueron contestadas por la propaganda franquista que atribuyó la destrucción de Guernika al propio ejército vasco:
Son completamente falsas las noticias transmitidas por el ridículo presidente de la República de Euzkadi relativas al incendio provocado por las bombas de nuestros aviones en Guernica. Nuestros aviadores no han recibido ninguna orden de bombardear esa población. Los incendiarios son los que, el verano pasado, incendiaron Irún y ayer Éibar. En la imposibilidad de contener el avance de nuestras tropas, los rojos han destruido todo y acusan a los nacionalistas de hechos que no son más que la puesta en práctica de sus criminales designios.
¡Miente Aguirre! Miente vilmente. En primer término no hay aviación alemana ni extranjera en la España Nacional. Hay aviación española. Noble, heroica aviación española que lucha constantemente con aviones rojos que son rusos, franceses y conducen aviadores extranjeros. En segundo lugar, Guernica no ha sido incendiada por nosotros, la España de Franco no incendia. La tea incendiaria es monopolio de los incendiarios de Irún, de los que han incendiado Éibar, de los que trataron de quemar vivos a los defensores del Alcázar de Toledo
La acusación de los "nacionales" de que la destrucción de Guernica había sido obra de los propios republicanos fue rápidamente refutada por un testigo imparcial, el periodista británico George Steer cuyas crónicas sobre el bombardeo de Guernica fueron publicadas por su diario The Times de Londres. Sin embargo la versión oficial franquista se mantuvo durante toda la guerra y una vez terminada la guerra, por lo que el libro del George Steer no se publicó en España. Solo a finales de la dictadura franquista se reconoció la verdad, que la destrucción de Guernica fue realizada por las tropas que apoyaban a Franco. La primera alusión al bombardeo aéreo se produjo en la revista "Ejército", en 1949, en el artículo de un jefe militar que había sido de los primeros en ocupar la villa. La confirmación oficiosa se publicó en el tomo "Vizcaya" de las monografías sobre la guerra civil del Servicio Histórico Militar. Este tomo se publicó en 1971.

Importancia simbólica


Mural situado en Guernica que reproduce el famoso cuadro pintado por Pablo Picasso. El texto inferior dice: El "Guernica" a Guernica.

El bombardeo de Guernica se ha convertido en un símbolo de los horrores de la guerra para todo el mundo. El hecho tuvo un gran impacto en su época, inspirando a Pablo Picasso su más famoso cuadro, el Guernica, que pintó para que fuera expuesto en el pabellón de España en la Exposición Internacional de París de 1937, y al ilustre escritor Blas de Otero que escribió un poema del mismo nombre, como también la chilena y premio Nobel de Literatura Gabriela Mistral, que escribió un poema titulado Árbol de Guernica.
Las mismas tropas carlistas, que entraban ilusionadas en la villa retomada, recibieron un mazazo al comprobar el estado de la histórica villa y corrieron en busca del árbol donde se juraron los fueros. Este es uno de los motivos de que se intentara no desmoralizar a la tropa tradicionalista, para no perderla, y se levantara una cortina de humo con las distintas versiones para explicar lo ocurrido.
La mera discusión de cifras sobre el bombardeo, desde el número de aviones que intervinieron, la cantidad de bombas que se lanzaron y otros aspectos del bombardeo, generan polémica, precisamente porque este hecho histórico fue utilizado con fines propagandísticos por ambos bandos desde su planeamiento hasta las controvertidas, divergentes y muchas veces interesadas versiones de su historia que se pueden leer hoy en día. Otra irónica y sórdida casualidad la constituye el hecho de que en la misma población existiera una fábrica donde se hacían el mismo tipo de bombas y proyectiles incendiarios que cayeron sobre ella.




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