viernes, 3 de enero de 2014

668.- Si los censores iraníes pudieran, prohibirían el Corán

                                    La situación de la cultura y las artes en Irán.


Si los censores iraníes pudieran, prohibirían el Corán


Enric Lloveras presenta un retrato sobre la vida cotidiana, las culturas y la propagada censura en Irán

Enric Lloveras 



Algo se mueve en Irán. Las ideas reformistas del nuevo presidente de Gobierno, Hassan Rohani, chocan con las ultraconservadoras del último Gobierno y del Consejo de Guardianes de la revolución. ¿Triunfará la voluntad de apertura? Estas son algunas de las cosas que deberá cambiar el nuevo Ejecutivo si quiere ser creíble a nivel internacional.   

Un internet filtrado y censurado  

Internet es una de las herramientas más importantes de la cultura del siglo XXI. Los iraníes usan la red para saltar los muros de la censura y acceder a informaciones independientes, libros prohibidos, películas proscritas y música “inmoral”.

Llego al hotel “Revolución”, en Teherán, y la primera sorpresa agradable es que tengo acceso a internet desde la habitación. La parte menos positiva es que el acceso es lento e intermitente. Un segundo después descubro que hay miles de páginas bloqueadas, con un mensaje que habla de la “ilegalidad” del contenido. Tampoco puedo usar Twitter, Facebook, Instagram o YouTube. Cientos de revistas, periódicos, blogs e incluso páginas de empresas y entidades bancarias son inaccesibles, por decisión arbitraria de un Comité de Filtrado de Internet.   

La prensa internacional recoge declaraciones del nuevo ministro de Cultura y Orientación Islámica, Ali Jannati, asegurando que las redes sociales deben ser accesibles. Facebook y Twitter fueron bloqueados en 2009, durante las masivas protestas antigubernamentales, y su acceso sigue vetado. El contrasentido es que los políticos difunden sus mensajes a través de estos medios bloqueados.   

Los iraníes se saltan la ley usando VPN para acceder a las páginas “prohibidas”. Los jóvenes saben cómo evitar la censura gubernamental. A pesar de estas limitaciones, seis millones de personas tienen cuenta abierta en Facebook.

Según datos recientes, 30 millones de ciudadanos –de una población total de 77– usan internet en Irán, lo que lo convierte en el país más “internetizado” de Oriente Medio. 

Irán, el más restrictivo del mundo  

Islandia es el país que tiene más libertad en internet e Irán el que menos en un ranking de 60 países que elabora cada año la ONG de EEUU Freedom House.  

En Irán, hay 150 proveedores de internet, la mayoría “oficiales”, que rinden cuentas al Gobierno, según Reporteros Sin Fronteras. Los mulás controlan las infraestructuras y la tecnología aplicando una legislación muy restrictiva. Todo lo que se aleja de la línea oficial es filtrado o vigilado, incluso webs de moda, cocina o música. 

Lo chocante es que los medios usados por el Gobierno para filtrar y bloquear el contenido tienen la firma de empresas europeas como Ericsson o Nokia. Reporteros Sin Fronteras señala en su informe de 2013 que incluso se utiliza tecnología israelí comprada a través de Dinamarca.   

El Gobierno iraní ha invertido muchos riales en la creación de una red nacional que permite aislar al país del internet mundial. Es hasta 60 veces más rápida y más barata. Los activistas de derechos humanos consideran que el proyecto es "un apartheid digital", mientras que las autoridades aseguran que mejora el acceso a internet y protege al país de los ciberataques, que les obsesiona desde que empezó la polémica nuclear con EEUU e Israel.   

Las barreras que tienen los persas para acceder a internet no son sólo tecnológicas, sino que se combinan con la represión policial. Irán cuenta con un cuerpo especializado, la FATA, la Unidad de Policía Cibernética. Tiene como objetivo “la lucha contra el fraude, el robo, el hacking, la pornografía y la invasión de la privacidad personal”. En la práctica es un poderoso instrumento de censura. Muchos blogueros y técnicos han acabado en prisión y han sufrido torturas. 

La poesía, un arma cargada de futuro, también es peligrosa

Hafez (1325-1389 DC) es el poeta más importante de Irán. No sólo es grande, sino que también es el más famoso gracias a las poesías que venden los niños en los semáforos, que se usan también para la adivinación. Es muy popular entre los jóvenes porque sus textos se han adaptado al rock. Uno de los cantantes más famosos del país, Shajarian, fue nominado a los Grammy por cantar a Hafez. En Shiraz, miles de personas peregrinan a su tumba para rendirle homenaje. Sólo he visto algo parecido, mucho menos intenso, en el cementerio de Collioure, en el sur de Francia, donde descansan los restos de Antonio Machado.   

En Irán, la poesía es un arma cargada de futuro. Está presente en la vida, en el trabajo, en el amor, en la política. Cuando visité el mausoleo de Hafez, Majid recitaba en voz alta “Rebeldes insumisos”:

Ven, pasemos por el camino de la taberna,
que por un trago todos necesitamos esta puerta.

Me chocó escuchar de su boca este canto en un país donde está prohibido el alcohol. Pero en la república de los clérigos, era más sorprendente escucharle diciendo: ¡Predicador!, no nos aconsejes, / somos rebeldes insumisos. / Pisamos el reino del amigo, / no miraremos el paraíso. 

Hafez representa una libertad que el actual régimen islámico combate. Desde sus orígenes, ha perseguido a intelectuales y escritores disidentes. 

Censura férrea a la literatura

¿Cambiarán ahora las cosas? Parece que el Gobierno de Rohani quiere dulcificar la censura de libros, actualmente muy drástica. A menudo los libros son alterados o prohibidos porque incluyen palabras como vino, cerdo, baile, violación, perro, amada, borracho o meditación.   

El nuevo Gobierno, según Huffington Post, podría autorizar libros como El banquete de Platón, el Ulises de Joyce; Mientras agonizo, de William Faulkner; Viaje al fondo de la noche, de Celine; o El código Da Vinci, de Dan Brown, entre los más de 200 proscritos recientemente por los guardianes de la moral islámica. 

El actual ministro de Cultura cree que la censura de libros bajo el anterior Gobierno iraní fue "demasiado estricta". Janati llegó a afirmar que los censores iraníes "habrían prohibido el Corán" si se intentase publicar hoy porque "argumentarían que algunas de sus palabras son contrarias a la virtud pública". 

Salman Rushdie, Tasmila Nasreen, Milan Kundera o Nikos Kazantzakis no han pasado el rodillo de la censura. García Márquez, por ejemplo, no pudo reeditar sus Memorias de mis putas tristes, pese a que en la traducción original al persa apareció con el título “Memorias de mis tristes cariñitos”. La palabra puta o prostituta ya había sido reemplazada en el texto por “mi belleza”. Cien años de soledad también estuvo prohibida durante años, aunque sus copias en el mercado negro nunca dejaron de venderse. 

Los autores iraníes, contemporáneos o clásicos, son los principales perjudicados por la censura vigente. Son muchos los que ya han rechazado publicar en Irán y pasar la censura correspondiente. Muchos jóvenes escritores o traductores publican directamente sus obras en la red.   

El asesinato como técnica de represión cultural  

La operación más llamativa contra la cultura se produjo en 1996, cuando los servicios secretos intentaron asesinar a un grupo de 21 escritores y poetas despeñando el autobús en el que viajaban. 1996 está muy lejos, pero no hablamos de un pasado remoto. Las autoridades de Irán retienen el pasaporte, desde el mes de octubre pasado, al realizador Mohammad Rasoulof, que llevó al cine esta locura en la película Los manuscritos no se queman, que se presentó en el último Festival de Cannes 2013.   

Este escritoricidio –perdón por la palabra– fue diseñado por uno de los rasputines más célebres del régimen, Saïd Emami, que acabó “suicidado” en la cárcel. Emami y sus hombres, un ejército secreto, intentaron ejecutar, tras el fracaso del atentado, uno tras otro, a los que viajaban en el autobús de la muerte. Los miembros de este ejército clandestino, Al Qods, eliminaron a intelectuales y escritores y atacaron salas de cine, redacciones de periódicos y editoriales críticas con el régimen. 

Y entre las amenazas que no tienen fin, la fundación religiosa que puso precio, en el también lejano 1989, a la cabeza del escritor Salman Rushdie elevó recientemente en medio millón de dólares, hasta 3,3 millones, la recompensa por su asesinato. El imán Jomeini llamó a los musulmanes del mundo a matarlo tras publicar su novela Los versos satánicos, considerada blasfema. 

'Una separación' representa el alcance actual del cine iraní
'Una separación', de Asghar Farhadi, representa el alcance actual del cine iraní.
"Música que corrompe”

Hay que recordar a Jomeini para entender la persecución a los trovadores en la Persia actual: “La música corrompe las mentes de nuestra juventud. No hay diferencia entre la música y el opio. Si queréis que nuestro país sea independiente, prohibid la música”. 

34 años después de la revolución, la música que no sea tradicional o religiosa sigue en Irán en estado de excepción. Pero, como siempre, las normas públicas, lo oficial y lo legal, van por un lado y la tozuda realidad privada va por otro. Aunque no hay estadísticas fiables, en Irán hay alrededor de 2000 bandas que hacen lo que pueden: no tienen acceso a los medios de comunicación, ni cuentan con compañías discográficas, ni promotores de conciertos. A pesar de ello, en Teherán se organizan actuaciones “secretas” o privadas a las que asisten centenares de personas. Los CD prohibidos se guardan en las trastiendas y se venden bajo mano.  

Si eres mujer, no se te permite cantar ni grabar, a no ser que vayas acompañada de hombres. Tampoco está permitido el heavi, el rap o el rock. Hace unos días, un rapero, Amir Tataloo, fue detenido por difundir sus trabajos en cadenas vía satélite. Amir vivía antes en Dubai, pero decidió regresar a Teherán para trabajar en el país. Es muy popular: tiene 562.000 amigos en Facebook. 

Aunque las antenas parabólicas están prohibidas, millones de hogares las tienen y siguen habitualmente centenares de canales de televisión, una decena de los cuales emiten en persa y dedican su atención a la música iraní producida por expatriados que viven en Estados Unidos o Europa o por músicos que trabajan clandestinamente dentro del país. 

Para rizar el rizo, el nuevo jefe de Gobierno, Rohani, no dudó en utilizar la música e internet para lanzar su mensaje renovador tras sus primeros cien días de mandato:

El vídeo fue bautizado como Nuevo viaje y cuenta con la participación de estrellas del cine y de la música de este país que repiten en cuatro lenguas el mensaje de su presidente: “Vamos a dar a todos los iraníes que aman a su país la oportunidad de servirlo. Dejemos que las élites sirvan a la nación. Dejemos que los corazones sean limpiados de odio”.

¿Una universidad más abierta? 

En la universidad también hay cambios. Coincidiendo con el inicio del nuevo curso escolar de 2013, 40 estudiantes y algunos profesores expulsados por razones políticas fueron readmitidos. 

Presidentes de universidad muy conservadores han sido sustituidos por personalidades más moderadas. En la época de Ahmadineyad, al menos 250 estudiantes fueron expulsados y otros 750 tenían su expediente personal “señalado”. Uno de los rectores sustituidos se vanagloriaba de haber conseguido una segregación casi total entre hombres y mujeres tanto en carreras de licenciatura como en másteres. 

Tras la revolución islámica, las universidades eran reducto de una cierta libertad de opinión y uno de los pocos lugares donde hombres y mujeres podían compartir espacio. A lo largo de los años, este entorno de libertad mutó. Las universidades introdujeron entradas separadas por sexos y salas de conferencias y comedores segregados. ¿Regresarán de nuevo los viejos tiempos de libertad y convivencia entre sexos? 

Un país cinéfilo, experto en saltar la censura  

Irán produce anualmente alrededor de cien largometrajes, 200 series de televisión y miles de cortos y documentales. Es la primera industria cinematográfica de Oriente Medio y la séptima del mundo.

El Instituto del Joven Cine Iraní, fundado en 1985, es una escuela pública y gratuita con 55 sedes en todo el país y 6.000 estudiantes cada año. Un director recién graduado no dudaba en decir (riendo) que “la República Islámica ofrece a los jóvenes la educación y los instrumentos para convertirse en sus adversarios”. 

Esta actividad es milagrosa si se recuerda que la revolución islámica quemó 180 salas de cine y cerró otras muchas para convertirlas en almacenes o cárceles.   

El cine ha renacido en Irán, condicionado por la censura. El funcionario encargado hasta 2007 de autorizar las películas era ciego. Ejercía su labor escuchando con atención la banda sonora del film, mientras un asistente le relataba las imágenes que la acompañaban. 

En los últimos años, Irán ha dado al mundo obras maestras como El sabor de las cerezas, de Abbas Kiarostami; Una separación, de Asghar Farhadi; o El globo blanco, de Jafar Panahi, lo que no ha impedido que este último director pasara tres años en la cárcel por “actuar contra la seguridad nacional y hacer propaganda contra el Estado”. 

A Panahi le prohibieron también hacer películas o escribir guiones durante 20 años. En agosto de 2013 salió de la cárcel, junto a otros presos políticos, poco después de la elección del nuevo presidente, Hassan Rouhani, quien decidió también reabrir la Casa del Cine, que había sido cerrada a cal y canto un año y medio antes.  

Para rodar en Irán, hay que saber torear con la censura. Ante las cámaras, las mujeres deben llevar siempre velo (incluso en casa). Tampoco se permiten las muestras de cariño entre parejas casadas, aunque estén solas, y hay profesiones que en el cine deben transmitir siempre una buena imagen: médicos, policías, obreros o religiosos. La censura es aún más estricta en televisión: un mechón de pelo es permitido en una película, pero nunca en un programa de la pequeña pantalla.

El Parlamento aprobó una ley, en 2005, que condena a muerte a los productores de películas pornográficas. Se debe entender por porno cualquier film que muestre desnudos, claro.  

Pero no todos los cineastas son perseguidos por el régimen de los mulás. Un productor de cine asegura que la imagen que se da en el exterior sobre el cine iraní es distorsionada: ”De las cien películas que se hacen cada año, sólo unas cuantas tropiezan con la censura". 

El director Mirbaqeri, que no tiene ningún problema para trabajar, no duda en decir: "El cine iraní es un instrumento de Dios. La mejor vía para transmitir al pueblo su mensaje”. Y añade a continuación que “la religión de la que hablo es el verdadero rostro del islam: un hecho privado que no debería mezclarse con la política, como ocurre en Irán”.

Mirbaqeri se puede permitir rodar una serie de televisión de 40 capítulos sobre un héroe popular, Mojtar-nameh, con 200 actores y 1.500 técnicos, que le brinda la oportunidad de apelar a la moderación y pedir que se aleje el radicalismo. 

El Estado tiene una gran influencia sobre el cine y la televisión porque la mayoría de las producciones dependen del dinero público. En todo el país sólo hay 350 cines; tampoco son importantes las ventas de los DVS, que en su mayor parte son piratas. 

En cualquier caso, la vida sigue. Las pequeñas cosas permiten un cierto grado de felicidad, como lo refleja esta poesía de Sohrab Sepehrí llamada El sonido de los pasos del agua:

Soy de Kashan.
Mis días no están mal. 
Tengo un pedazo de pan, un poco de inteligencia, una pizca de entusiasmo.
Tengo una madre, más buena que las hojas de un árbol.
Amigos, mejores que el agua corriente.  

Es lo que hay.






                         Hombres y mujeres en el bazar de Kermán./ Enric Lloveras


Ser mujer en Irán


La separación de sexos es evidente en la vida pública iraní: segregación en autobuses, en playas, en piscinas, en celebraciones

Irán es la caldera de un volcán en el que van a pasar muchas cosas en los próximos años. eldiario.es le ha puesto el termómetro y, en una serie de cuatro artículos, les contamos cómo es la temperatura de ebullición

Se trata de la segunda entrega de una serie de cuatro artículos que realizan una radiografía de la vida en Irán

Enric Lloveras

Las mujeres iraníes pueden conducir automóviles, montar negocios y vivir una vida casi normal en el recinto de una casa cerrada. En la vida pública, la separación de sexos es evidente. Aunque comienzan a saltar chispas del cambio: el velo es obligatorio en la calle, pero la mayoría desafía la norma y muestra parte de su cabello. Tampoco está bien visto el maquillaje, y sus labios destacan cargados de carmín. En este contexto, las prendas de ropa ajustadas se han convertido en símbolo revolucionario para la segregada mujer iraní.

Uno de los datos chocantes del actual Irán, con 80 millones de habitantes, es que cuenta con tres millones de estudiantes universitarios, de los cuales un 62% son mujeres. Irán fue uno de los primeros países en el Medio Oriente que permitió que las mujeres estudiaran en la universidad y, desde la Revolución Islámica en 1979, ha alentado a las mujeres a matricularse en la educación superior. Pero una de las últimas medidas del Gobierno anterior fue restringir su acceso a 80 carreras que se imparten en 30 universidades distintas. La lista de carreras "limitadas" al sexo femenino va desde ingenierías a Física Nuclear e Informática, pasando por Literatura Inglesa, Arqueología y Negocios.

La premio nobel Shrin Ebadi alegó en la BBC que "el Gobierno quería restringir el acceso a las mujeres a la universidad para que dejen de ser activas en la sociedad y para que vuelvan al hogar". ¿Se va a una involución? No está claro: las últimas medidas de Rohani parece que neutralizarán esta tendencia.


                            Universitaria en Persépolis/ Fotografía: Enric Lloveras

En la vida pública, la separación de sexos es evidente. Segregación en autobuses, en playas, en piscinas, en celebraciones. La ley, sin embargo, pone a las mujeres a merced de maridos celosos apoyados por normas trogloditas que siguen vigentes.

El Código Civil consagra que el jefe de familia es siempre el hombre, mientras da alas a la subjetividad masculina en temas sensibles: "El marido puede prohibir a la esposa el ejercicio de cualquier profesión o trabajo que vaya contra los intereses de la familia o de su dignidad, o de la de su esposa".

En materia de herencias se remacha que, "si una persona muere y sólo deja un hijo, éste hereda la totalidad de sus bienes, tanto si es varón como hembra. Si deja varios hijos e hijas, cada varón recibirá el doble de bienes que las hembras".

Como pasaba en la España franquista, la esposa necesita del permiso de su marido para viajar y para distintos trámites. Pero todo lo prohibido tiene su reverso, también en Irán: si padres, hermanos o maridos lo permiten, una mujer puede tener una vida casi normal, y así pasa a menudo. La familia sustituye al Estado en la regulación de la relación entre sexos.

Cuando preguntas a los hombres maduros por tanta separación de sexos, lo argumentan así: "Juntarlos significaría fomentar la promiscuidad: a ellas les gusta bailar y enseñar el cabello". Sí: la doctrina oficial, avalada por parte de la sociedad, sostiene que enseñar el cabello, la piel del cuello o los tobillos es una provocación y excita a los hombres. De ahí la justificación del velo.

El precio de la sangre va cambiando

La interpretación del Corán que hacen los ayatollahs en Irán va más allá en la discriminación femenina, a pesar de la lucha de las mujeres por cambiar este estado de cosas. La mujer vale, por ley, la mitad que un hombre, aunque la jurisprudencia avanza en sentido contrario. En caso de accidente o muerte, el valor de la vida de un varón es el doble que la de una hembra. Hasta hace poco si un automovilista podía optar, en caso de accidente, entre matar a un hombre o a una mujer, no lo dudaba: su responsabilidad en caso de homicidio involuntario le costará el doble si mata a un hombre.

En caso de asesinato, la familia de la víctima puede pedir que se aplique el "ojo por ojo, diente por diente". Si la víctima es hembra y el asesino hombre, tendrá que compensar a la familia del criminal con una cantidad equivalente a la diferencia del precio de la sangre de las dos muertes.

Ameneh Bahrami peleó hace poco contra esta norma y dio un paso importante: un macho desalmado le arrojó ácido sulfúrico a la cara por negarse a contraer matrimonio. Ameneh perdió la visión. Fue operada en Barcelona, sin éxito. A su regreso a Teherán solicitó la aplicación de la ley del Talión, vigente en su país, que exige un castigo igual al crimen cometido.

Hace unos meses consiguió una gran victoria. Así lo cuenta ella en su libro Ojo por ojo: "Yo fui la primera mujer en Irán que consiguió acogerse a la ley del Talión. Lo hice para crear un precedente en defensa de las mujeres iraníes, para que dejen de valer, a ojos de la justicia, la mitad de lo que vale un hombre. En principio, como la mujer sólo vale la mitad de un hombre, la justicia decidió que, si yo había perdido los dos ojos, mi agresor sólo debía perder uno. Pero continué la batalla legal y al final logré que se me reconociera el mismo derecho que a un hombre". Al final, le perdonó.

Velos a medias

El velo es obligatorio en la calle. La "modernización" del país, sin embargo, relativiza la norma. Antes de 1997, la pena para una mujer que no llevara velo o enseñara parte de su cabello era de 74 latigazos. Después de esta fecha el castigo se limita a una advertencia, aunque la ley recoge también una pena de prisión que va de diez días a dos meses.

En la práctica, en grandes ciudades como Teherán, la mayor parte de las adolescentes y jóvenes llevan parte de la cabeza descubierta y un pañuelo testimonial. La policía de la moral no da para más. Habría centenares de miles de mujeres en la cárcel si se aplicara la ley. Tampoco está bien visto maquillarse, pero la mayoría de las mujeres llevan sus labios cargados de carmín y lucen unas cejas cuidadas y depiladas al detalle.

Para ver a grupos de mujeres que llevan rigurosamente el chador, la túnica negra que las cubre de pies a cabeza, hay que ir a los barrios populares o a las zonas rurales. O frecuentar mezquitas o mausoleos en viernes, día de plegaria. Así es el ambiente del mausoleo que contiene las tumbas de dos hijos de Mūsā al-Kādhim, séptimo imán de los musulmanes chiíes, en Shiraz, antigua capital persa. Allí todas las prendas de las mujeres son de color oscuro, como el mantó, una chaqueta que llega hasta las rodillas y que siempre acompaña al rusarí, el pañuelo que cubre el cabello.




                                            Ashoura en Tabriz, Arzebayán./ E. L.

Pero en las grandes ciudades, los chadores escasean, igual que los hombres barbudos, y lo más habitual es ver a chicas con ropa informal y moderna, en un claro desafío a las normas impuestas por el régimen islamista. Las jóvenes combinan el mantó con pantalones tejanos ajustados y zapatos deportivos. "Es la mejor manera que tenemos de rechazar a este régimen de mulás", nos cuenta Shirin, una estudiante de 22 años, que no tiene ningún inconveniente en hablar con un hombre no musulmán extranjero que la aborda en plena calle.

Pero la moda va más allá. Este verano pasado ha causado furor el "legging", que se ha extendido como una gota de aceite por todo el país. Es barato y marca la silueta de forma más explícita que un pantalón clásico. Algunas páginas de internet han publicado fotos de chicas iraníes portando esta prenda considerada "peligrosa" por los guardianes de la moral. Una web oficial, 'La voz de la revolución', publicó que la policía había detenido a dos jóvenes llevando leggings con la bandera israelí, denunciando que se trataba "de un complot sionista para desestabilizar la sociedad iraní". Las reacciones no se hicieron esperar: hay más de cuarenta páginas de Facebook, prohibidas en Irán, con opiniones apoyando a las que siguen esta moda. Una de ellas tiene más de cien mil seguidores.

El nuevo presidente del Gobierno del país, Hassan Rohani, no parece estar muy preocupado por la relajación de los hábitos en el vestir. Lo dejó claro en unas declaraciones públicas: "Ser casto va mucho más allá de llevar velo o no. En mi opinión, la castidad de los que llevan o no el  hidjab oficial, de acuerdo con nuestra sensibilidad, no debe ser cuestionada".

A mediados de septiembre, dada la insistencia de la policía en su actitud inquisitorial, insistió en su tolerancia pidiendo que los guardianes de la moral "respeten la dignidad humana y se comporten con moderación", aunque aconsejó a los jóvenes que sigan "las instrucciones religiosas y las tradiciones". Esto no impide que periódicamente se celebre en Teherán el "Festival del Velo y el Recato", con recomendaciones sobre la manera de vestir y el corte de pelo tanto para hombres como para mujeres.

¿Un país polígamo? ¿Existe la prostitución en Irán?

La respuesta oficial es "no". Para evitar las relaciones extramatrimoniales y el adulterio, el Consejo Supremo recomienda y promueve el matrimonio temporal. El chiismo permite que hombre y mujer musulmanes se casen por horas, meses o años. Las chicas vírgenes están obligadas a pedir permiso para contratar su primer matrimonio temporal. Es una manera de "evitar el pecado y legalizar las tentaciones de la carne". Eso sí: previa contrapartida económica.

El matrimonio temporal es un tema polémico en Irán. Los clérigos y religiosos, fervientes defensores de esta práctica, aseguran que evita la inmoralidad. Sus detractores creen que es una forma de prostitución.

Las relaciones sexuales fuera del matrimonio están estrictamente prohibidas y son castigadas con prisión o multas. Las leyes islámicas permiten que el hombre tenga hasta cuatro mujeres, y un número indefinido de esposas "temporales", mientras que ellas sólo pueden tener un marido. 65 diputados del Parlamento iraní, compuesto por 290 miembros, tienen dos o más esposas. A Leila, 30 años, no le gusta ni la poligamia, ni el matrimonio temporal: "Sí, nuestras leyes permiten ambas posibilidades, pero buena parte de la sociedad las rechaza, especialmente las mujeres".

La sociedad iraní sigue obsesionada con la virginidad de la novia y muchos de los futuros esposos no dudan en exigir un chequeo ginecológico para verificar esta condición en su futura esposa, con lo que el "matrimonio temporal" afecta a mujeres pobres, a menudo viudas o divorciadas, sin otra salida para llegar a final de mes.

También se acogen a la fórmula del matrimonio temporal algunas parejas jóvenes, sin recursos económicos para casarse, que quieren compartir vida y viajes con sus novios o novias sin tener problemas con la policía moral. "En las grandes ciudades es difícil encontrar a chicas mayores de 18 años solteras y vírgenes, aunque los hombres siguen buscando a una mujer virgen para casarse", asegura un grupo de jóvenes de Yazd.

"Mátame pero hazme bella": pasión por una rinoplastia

Un proverbio iraní dice: "Mátame, pero hazme bella". Y otro refrán lo remata: "El rostro hermoso calma al corazón cansado y abre las puertas cerradas". 300 chicas se operan de la nariz cada día en Irán. Se gastan entre mil y tres mil dólares para ser "más hermosas".

Por ley deben llevar ropa amplia, que oculte las curvas insinuantes de los cuerpos y, aunque tampoco se cumple a rajatabla este precepto revolucionario, las mujeres apuestan por tener el mejor rostro posible.

Zahra, 33 años, se acaba de operar para tener la nariz más pequeña y recta. Mantiene que su raza tiene narices grandes, desproporcionadas. Se cuida las cejas, utiliza carmín de rojo intenso para sus labios y usa lentes de contacto sin graduación para cambiar el color de sus ojos. Luce uñas artificiales y no tiene inconveniente en llevar un esparadrapo que le cubre la nariz, signo de distinción que la marca como una chica con dinero que puede someterse a una rinoplastia.


Incluso el maniquí lleva tirita en el bazar, invitando a la cirugía estética./ Enric Lloveras


A menudo usan el esparadrapo protector mucho más tiempo de lo necesario para que todo el mundo sepa que han pasado por el quirófano. Es símbolo de clase y nivel económico.

Las mujeres de la rica zona norte de Teherán se reúnen en los salones de belleza, sólo atendidos por mujeres, donde se despojan de los velos, se relajan, lejos de la presión oficial en la calle, y hablan con sus amigas. En este caso, Jomeini tampoco consiguió abolir estos salones a los que consideraba "antros de corrupción".

Ser mujer y deportista en Irán

Las mujeres iraníes no pueden presenciar partidos de fútbol, uno de los deportes nacionales, porque los hombres llevan pantalones cortos.

Las autoridades justifican también esta prohibición por el uso de "lenguaje inapropiado" por parte de los aficionados. Las restricciones para que las mujeres no asistan a partidos de fútbol fueron impuestas después de la Revolución Islámica de 1979. Los clérigos conservadores no quieren cambiar esta medida recordando el comentario del Gran Ayatolá Fazel Lankarani: "Es inadecuado que las mujeres miren el cuerpo de un hombre, aunque no sea para conseguir su gratificación”.

Neda tiene doce años. Le entusiasma el agua y le gustaría dedicarse profesionalmente al salto de trampolín. Ha seguido con atención la competición femenina del Mundial de Natación Barcelona 2013, a través de la antena parabólica ilegal que tienen sus padres (con más de 500 canales de todo el mundo), y es una admiradora del equipo chino de salto, que obtuvo nueve medallas, y en concreto de la saltadora He Zi, que recogió el oro dos veces.

Pero lo tiene difícil. En Irán también está prohibido que las mujeres vean a los hombres en traje de baño, y viceversa. Una niña que quiera dedicarse a la natación, al waterpolo o a los saltos de trampolín acabará frustrada si las cosas no cambian.

La Revolución Islámica habría prohibido en su momento los deportes acuáticos si el Corán no recogiera que "los musulmanes tienen que saber montar a caballo, tirar y nadar".

Tras la subida al poder de Jomeini, los waterpolistas no podían jugar en Ramadán porque corrían el peligro de tragar agua, lo que habría constituido la ruptura del ayuno obligado. Ahora las cosas están cambiando, pero la obsesión del régimen por la exposición de la piel impide que las deportistas de agua puedan concurrir a competiciones internacionales o tener seguidores que no sean de su propio sexo en recintos estrictamente controlados.  

Irán, un retrato de la vida cotidiana en cuatro entregas

En Irán, el motor que mueve el país ya no es la Revolución Islámica. El 65% de la población tiene menos de 35 años. Casi no habían nacido cuando el ayatollah Jomeini cambió el destino de la vieja Persia en 1979, acabando con el régimen tiránico y corrupto del Sha.

34 años después de la revolución de los clérigos, el mundo tiene una percepción pésima de Irán y sus relaciones internacionales son complejas: enfrentamientos con los países árabes sunitas, beligerancia con Israel y Estados Unidos, distancia con los países “ateos” (Rusia en primera fila, "un país sin Dios") y con la consumista y capitalista Europa, y una política exterior rígida y combativa. El bloqueo económico sigue parcialmente en vigor, pese a los recientes acuerdos de Ginebra en materia de energía nuclear.

El embargo decretado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha llevado al país a una inflación galopante, cercana al 30%, a un paro oficial del 11% (inédito en Irán, aunque muchos economistas lo sitúan en un 30% real) y a una devaluación espectacular del rial frente al dólar y al euro, acercando la economía al colapso.

¿Qué opinan los iraníes de esta situación? Imposible saberlo: los sondeos están prohibidos por ley en el país.

Pero ¿cómo es la vida cotidiana en uno de los países más desconocidos del mundo? La gente apenas viaja a Irán por placer y, cuando el viajero revela sus intenciones de visitarlo, las reacciones son histéricas e injustificadas: “Son unos fanáticos, puedes tener problemas”; “¿Vas con mujeres?"; "Son unos machistas que les obligan a llevar velo”; “Cuando estés allí, israelíes o norteamericanos pueden bombardear el país” o “¿No temes que te secuestren? (sic)”. El Ministerio de Asuntos Exteriores de España y el Departamento de Estado de los EEUU desaconsejan, con énfasis, en sus páginas webs, el viaje amenazando con peligros mil.

Nada más lejos de la realidad. Los iraníes son gente hospitalaria y amable y el periplo pasa a ser, en la memoria sentimental del trotamundos, una de las experiencias más gratificantes entre el centenar de países visitados desde que tiene uso de razón.

Irán es la caldera de un volcán en el que van a pasar muchas cosas en los próximos años. eldiario.es le ha puesto el termómetro y, en una serie de cuatro artículos, les contamos cómo es la temperatura de ebullición.










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